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Cuando ya estuvieron a su lado, les dijo: «Ustedes han sido testigos de mi forma de actuar durante todo el tiempo que he pasado entre ustedes, desde el primer día que llegué a Asia. (Hecho de los Apóstoles 20, 18)
Los que estaban a su lado le dijeron: «Estás insultando al sumo sacerdote de Dios.» (Hecho de los Apóstoles 23, 4)
Anoche estuvo a mi lado un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo, (Hecho de los Apóstoles 27, 23)
Pero, ¿qué hacer? Ustedes ya son ricos, están satisfechos, y se sienten reyes sin nosotros. ¡Ojalá fueran reyes! Así nos darían un asiento a su lado. (1º Carta a los Corintios 4, 8)
Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño. (1º Carta a los Corintios 13, 11)
No solamente porque ya lo tenía a mi lado, sino también porque ustedes le habían dado una excelente acogida. Me comentó que ustedes me echaban de menos, que lamentaban lo ocurrido y que estaban muy preocupados por mí, con lo cual me alegré mucho. (2º Carta a los Corintios 7, 7)
que actuó en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su lado en el mundo de arriba. (Carta a los Efesios 1, 20)
Y ustedes, patrones, actúen con sus siervos de la misma manera y dejen a un lado las amenazas; tengan presente que ellos y ustedes tienen en el cielo un mismo Señor, y que ése no hace distinción de personas. (Carta a los Efesios 6, 9)
Pero Timoteo, como saben, ha dado pruebas, y como un hijo al lado de su padre, ha estado conmigo al servicio del Evangelio. (Carta a los Filipenses 2, 22)
Me pareció necesario devolverles a nuestro hermano Epafrodito, que trabajó y luchó a mi lado, y al que ustedes enviaron para que atendiera mis necesidades. (Carta a los Filipenses 2, 25)
que casi murió por la obra de Cristo. Pues no escatimó sacrificios para servirme personalmente en nombre de todos ustedes, que no los tenía a mi lado. (Carta a los Filipenses 2, 30)
La primera vez que presenté mi defensa, nadie estuvo a mi lado, todos me abandonaron. ¡Que Dios no se lo tenga en cuenta! (2º Carta a Timoteo 4, 16)
