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Desearon que fuera su general y cuidara el Lugar Santo, designando por sí mismo a quienes dirigirían los trabajos y también a los que estarían a cargo de la administración, del ejército y de las fortalezas. (1 Macabeos 14, 42)
Acepto que Jerusalén y el Lugar Santo sean autónomos y que cuantas armas has fabricado, así como las fortalezas que has construido y ocupado, te pertenezcan. (1 Macabeos 15, 7)
Entonces, también los idumeos, dueños de fortalezas muy importantes, hostigaban a los judíos y, acogiendo a los fugitivos de Jerusalén, procuraban prolongar la guerra. (2 Macabeos 10, 15)
Los partidarios del Macabeo, después de suplicar y pedir al Señor que viniera a combatir a su lado, atacaron las fortalezas de los idumeos. (2 Macabeos 10, 16)
Los condenó a muerte por traidores y en seguida se apoderó de las torres. Mató a más de veinte mil en las dos fortalezas, (2 Macabeos 10, 22)
Viendo el rey la audacia de los judíos, procuró adueñarse de sus fortalezas, valiéndose de estratagemas. (2 Macabeos 13, 18)
Yavé extendió su mano sobre el mar para derribar a grandes potencias; él dio una orden referente a Canaán: Sus fortalezas serán destruidas. (Isaías 23, 11)
Tú confiabas en tus fortalezas y tus riquezas, pero también a ti te pillarán. Camos partirá al destierro con sus sacerdotes y príncipes. (Jeremías 48, 7)
Baja de tu trono de gloria y siéntate en el suelo, hija de Dibón, que vives con tanta comodidad; el devastador de Moab te ha atacado y ha destruido tus fortalezas. (Jeremías 48, 18)
Las ciudades son conquistadas y las fortalezas ocupadas; el corazón de los soldados de Moab ha pasado a ser como el corazón de una mujer que da a luz. (Jeremías 48, 41)
El Señor ha destruido sin piedad todas las moradas de Jacob; ha destruido, en su furor, las fortalezas de la Hija de Judá; ha echado por tierra, ha profanado al reino y a sus príncipes. (Lamentaciones 2, 2)
El Señor se ha portado como enemigo; ha destruido a Israel: ha destruido todos sus palacios, ha derribado sus fortalezas, no le dejó a la Hija de Judá sino llantos y lamentos. (Lamentaciones 2, 5)