Gefunden 67 Ergebnisse für: Víctima

  • «Da esta orden a Aarón y a sus hijos: Esta será la ley del holocausto, es decir de la víctima totalmente quemada. La dejarán en el altar durante todo la noche hasta el amanecer; el fuego del altar no se apagará. (Levítico 6, 2)

  • A la mañana después de ponerse su túnica de lino y sus calzoncillos de lino, el sacerdote recogerá las cenizas que el fuego dejó al quemar la víctima, y las pondrá junto al altar. (Levítico 6, 3)

  • No le pondrán levadura, pues ésta es la parte que les doy en mis sacrificios por el fuego, y será cosa muy sagrada, lo mismo que la víctima por el pecado o por algún delito. (Levítico 6, 10)

  • «Dile a Aarón y a sus hijos: Esta es la ley de la víctima ofrecida por el pecado. Será sacrificada ante Yavé en el mismo lugar donde se ofrece el sa crificio del holocausto. Es una cosa muy sagrada. (Levítico 6, 18)

  • Todo varón de entre los sacerdotes podrá comer la carne de esta víctima, la cual es cosa muy sagrada. (Levítico 6, 22)

  • En cambio, siempre que la sangre de la víctima por el pecado haya sido introducida en la Tienda de las Citas para hacer la expiación, no se comerá, sino que se echará al fuego. (Levítico 6, 23)

  • Esta es la ley de la víctima ofrecida por un el delito: esta víctima es cosa muy santa. (Levítico 7, 1)

  • La víctima por el delito se sacrificará en el mismo lugar donde se sacrifica la víctima del holocausto y su sangre será derramada en el altar y en su derredor. (Levítico 7, 2)

  • El ritual será el mismo para la víctima por el pecado y para la víctima por el delito. La víctima pertenece al sacerdote que hace la expiación. (Levítico 7, 7)

  • El sacerdote que ofrece un holocausto se queda con la piel de la víctima. (Levítico 7, 8)

  • La carne de la víctima de comunión se comerá el mismo día: no quedará nada hasta la mañana. (Levítico 7, 15)

  • La víctima ofrecida en cumplimiento de un voto, o como ofrenda voluntaria, se comerá el mismo día, pero lo que sobre podrá comerse al otro día. (Levítico 7, 16)


“De que vale perder-se em vãos temores?” São Padre Pio de Pietrelcina