Gefunden 63 Ergebnisse für: Sabemos

  • Somos débiles pero el Espíritu viene en nuestra ayuda. No sabemos cómo pedir ni qué pedir, pero el Espíritu lo pide por nosotros, sin palabras, como con gemidos. (Carta a los Romanos 8, 26)

  • También sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes él ha escogido y llamado. (Carta a los Romanos 8, 28)

  • Entonces, ¿se puede comer carne sacrificada a los ídolos? Sabemos que un ídolo no es nada en realidad y que no hay más Dios que el Unico. (1º Carta a los Corintios 8, 4)

  • Sabemos que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también con Jesús y nos pondrá cerca de él con ustedes. (2º Carta a los Corintios 4, 14)

  • Sabemos que si nuestra casa terrena o, mejor dicho, nuestra tienda de campaña, llega a desmontarse, Dios nos tiene reservado un edificio no levantado por mano de hombres, una casa para siempre en los cielos. (2º Carta a los Corintios 5, 1)

  • Así, pues, nos sentimos seguros en cualquier circunstancia. Sabemos que vivir en el cuerpo es estar de viaje, lejos del Señor; (2º Carta a los Corintios 5, 6)

  • Ya sabemos que la Ley es buena siempre que tengamos presente su finalidad. (1º Carta a Timoteo 1, 8)

  • Amados, a pesar de que ya somos hijos de Dios, no se ha manifestado todavía lo que seremos; pero sabemos que cuando él aparezca en su gloria, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es. (1º Carta de Juan 3, 2)

  • El que guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. Pues Dios permanece en nosotros, y lo sabemos por el Espíritu que nos ha dado. (1º Carta de Juan 3, 24)

  • Y ¿cómo sabemos que permanecemos en Dios y él en nosotros? Porque nos ha comunicado su Espíritu. (1º Carta de Juan 4, 13)

  • y por eso, cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandatos, con toda certeza sabemos que amamos a los hijos de Dios. (1º Carta de Juan 5, 2)

  • Y si nos escucha en todo lo que le pedimos, sabemos que ya tenemos lo que le hemos pedido. (1º Carta de Juan 5, 15)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina