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  • Tú le dirás todo lo que yo te mande y Aarón, tu hermano, hablará a Faraón para que deje salir de su país a los hijos de Israel. (Exodo 7, 2)

  • Así entenderán los egipcios que yo soy Yavé, cuando vean los golpes que les daré para sacar de su país a los hijos de Israel.» (Exodo 7, 5)

  • Pero Faraón se puso porfiado una vez más y se negó a que Israel saliera de su país. (Exodo 8, 28)

  • También haré distinción entre el ganado de los egipcios y el de mi pueblo, de manera que no se perderá nada de lo que pertenece a los hijos de Israel.» (Exodo 9, 4)

  • Faraón se informó al respecto: ¡ninguno había muerto de los que pertenecían a Israel! Pero siguió en su ceguera y no dejó salir al pueblo. (Exodo 9, 7)

  • pues siguió negándose a que salieran los hijos de Israel, tal como Yavé lo había dicho. (Exodo 9, 35)

  • Pero Yavé hizo que Faraón continuara en su porfía y no dejara salir a Israel. (Exodo 10, 20)

  • No podían verse unos a otros, ni nadie pudo moverse durante los tres días; pero había luz para los hijos de Israel en todos sus poblados. (Exodo 10, 23)

  • Pero entre los hijos de Israel, ni siquiera un perro llorará por la muerte de un hombre o por la muerte de animales, y ustedes sabrán que Yavé hace distinción entre egipcios e israelitas. (Exodo 11, 7)

  • Todos tus ministros vendrán a mí, se postrarán delante de mí y me pedirán por favor que nos vayamos, yo y todo el pueblo de Israel. Después de esto, nos iremos.» Moisés volvió muy enojado de la presencia de Faraón. (Exodo 11, 8)

  • Pues, mientras Moisés y Aarón obraban todos estos prodigios delante de Faraón, Yavé lo mantenía en su negativa, y seguía negándose a que Israel saliera de su país. (Exodo 11, 10)

  • Hablen a la comunidad de Israel y díganle: El día décimo de este mes tome cada uno un cordero por familia, un cordero por casa. (Exodo 12, 3)


Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina