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Por eso, si le parece bien al rey, ordene que se publique un edicto que no se pueda cambiar, y que entre a formar parte del conjunto de leyes persas y medas, en el que se prohíba a Vasti presentarse ante el rey Asuero. En él también se dirá que el rey va a dar el título de reina a otra que lo merezca más que ella. (Ester 1, 19)
Pero se dio cuenta que el dinero faltaba en sus tesoros y que los impuestos de la provincia habían bajado debido a las divisiones y miserias que él mismo había causado en el país, al cambiar las leyes vigentes desde los primeros tiempos. (1 Macabeos 3, 29)
Cuando Jonatán lo supo, le envió mensajeros para firmar con él un tratado de paz y cambiar prisioneros. (1 Macabeos 9, 70)
Así, pues, Tolomeo, llevando al rey aparte, a una galería, como para tomar el fresco, lo hizo cambiar de parecer, (2 Macabeos 4, 46)
Si Yavé de los Ejércitos forja un plan, ¿quién lo arruinará? Si extiende su mano, ¿quién lo hará cambiar? (Isaías 14, 27)
¡Quién pudiera cambiar mi cabeza en una vertiente y que de mis ojos brotara un arroyo de lágrimas, para así llorar, día y noche, los muertos de la hija de mi pueblo! (Jeremías 8, 23)
¿Puede un negro etíope cambiar su piel o una pantera, su pelaje? Y ¿pueden ustedes actuar correctamente, ustedes que están acostumbrados al mal? (Jeremías 13, 23)
Haré cambiar su suerte y los devolveré a Patros, su país de origen, allí formarán un reino, el más modesto de todos ( ): ya no dominará más a las naciones; lo humillaré para que no se imponga más a las naciones. (Ezequiel 29, 14)
No podrán vender ni cambiar esta tierra, ni podrán cedérsela a otro, porque está consagrada a Yavé. (Ezequiel 48, 14)
Este rey insultará al Dios Altísimo y perseguirá a los santos del Dios Altísimo. Tratará de cambiar las fiestas y las leyes. Los santos serán entregados a su poder por un tiempo, y dos tiempos y mitad de un tiempo (Daniel 7, 25)
No se puede cambiar la Escritura, y en ese lugar llama dioses a los que recibieron esta palabra de Dios. (Evangelio según San Juan 10, 35)
Si tu corazón se endurece y te niegas a cambiar, te estás preparando para ti mismo un gran castigo para el día del juicio, cuando Dios se presente como justo Juez. (Carta a los Romanos 2, 5)