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  • y David alternaba sus viajes al campamento de Saúl con el cuidado del rebaño de su padre en Belén. (1 Samuel 17, 15)

  • Saúl le preguntó: «Joven, ¿de quién eres hijo?» David respondió: «Soy hijo de Jesé de Belén.» (1 Samuel 17, 58)

  • Si tu padre nota mi ausencia, le dirás: David me rogó que lo dejara ir a Belén, su pueblo natal, pues celebran allí el sacrificio anual para la familia. (1 Samuel 20, 6)

  • Jonatán respondió: «David me pidió con insistencia que lo dejara ir a Belén. (1 Samuel 20, 28)

  • Saúl le dijo: «Oye, hijo de Ajitub, ¿por qué te has unido con el hijo de Jesé en mi contra? Le diste pan y una espada y consultaste a Dios por él, para que se rebelara contra mí, y me tendiera emboscadas como ahora está sucediendo.» (1 Samuel 22, 13)

  • ¿Es acaso hoy la primera vez que yo he consultado a Dios por él? ¡Líbreme Dios! No sospeche el rey una rebeldía ni de mí, su siervo, ni de toda la familia de mi padre, porque yo no sabía de todo esto ni poco ni mucho.» (1 Samuel 22, 15)

  • Mira, padre mío, mira, en mi mano tengo la punta de tu manto; si yo pude cortarla y no te di muerte, es porque en mí no hay ni mala intención ni rebeldía. Reconoce, pues, que en nada te he ofendido. Tú, en cambio, andas acechándome para quitarme la vida. ¡Que Dios juzgue entre tú y yo! El me hará justicia, pero lo que es yo, no te levantaré la mano. (1 Samuel 24, 12)

  • Llevaron a Asael y lo sepultaron en el sepulcro de su padre, en Belén. Luego Joab y sus hombres caminaron toda la noche y al amanecer llegaron a Hebrón. (2 Samuel 2, 32)

  • Una tarde, después de haberse le vantado de la siesta, se paseaba David por la terraza del palacio, y desde allí vio a una mujer que se bañaba. Era una mujer muy bella. (2 Samuel 11, 2)

  • Esto es lo que ocurrió después: Absalón, hijo de David, tenía una hermana muy bella llamada Tamar, y Amnón, hijo de David, se enamoró de ella. (2 Samuel 13, 1)

  • Ella replicó: «Que el rey se digne jurar por el nombre de Yavé, su Dios, para que el vengador de la sangre no aumente mi desgracia dando muerte a mi hijo.» Entonces él dijo: «Vive Yavé, que no caerá en tierra un solo cabello de tu hijo.» (2 Samuel 14, 11)

  • En todo Israel no había un hombre tan admirado por su belleza como Absalón. No tenía ni un defecto desde la planta de los pies hasta la cabeza. (2 Samuel 14, 25)


“O verdadeiro servo de Deus é aquele que usa a caridade para com seu próximo, que está decidido a fazer a vontade de Deus a todo custo, que vive em profunda humildade e simplicidade”. São Padre Pio de Pietrelcina