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Trifón, al ver las tropas con que había llegado, tuvo miedo de echarle mano. (I Macabeos 12, 42)
Mientras vivió Simón, la región tuvo paz. Buscó el bienestar de su país, agradó al pueblo su gobierno y gozó de su poder mientras vivió. (I Macabeos 14, 4)
Y Jasón, que había suplantado a su hermano, suplantado a su vez por otro, tuvo que huir al país de los amonitas. (II Macabeos 4, 26)
Pero no pudo sostenerse en el poder y, manchado con la traición, tuvo que huir de nuevo a la tierra de Amán. (II Macabeos 5, 7)
Y el que a muchos había dejado en su tierra sin sepultura, no tuvo quien lo llorase, ni pudo ser enterrado en el sepulcro de sus padres. (II Macabeos 5, 10)
Cuando el rey tuvo noticia de todo esto, temió que toda Judea se le iba a separar y sublevar; por esto subió de Egipto hecho una fiera, tomó la ciudad por las armas, (II Macabeos 5, 11)
No fue esto sólo. El rey tuvo la osadía de entrar en el templo más santo de la tierra, guiado por Menelao, traidor a su patria y a sus leyes. (II Macabeos 5, 15)
y el que tuvo lugar en Babilonia en la batalla contra los gálatas, en la que lucharon ocho mil judíos y cuatro mil macedonios; y a pesar de que los macedonios no sabían qué hacer, los ocho mil judíos aniquilaron a ciento veinte mil enemigos con la ayuda que les vino del cielo, y consiguieron un gran botín. (II Macabeos 8, 20)
Por aquel tiempo Antíoco tuvo que volverse de Persia cubierto de vergüenza. (II Macabeos 9, 1)
Había entrado en la ciudad de Persépolis, intentando saquear el templo y apoderarse de la ciudad; pero la muchedumbre empuñó las armas y atacó con gran ímpetu, y Antíoco con los suyos tuvo que huir avergonzado. (II Macabeos 9, 2)
Al llegar a Ecbatana, tuvo noticia de lo sucedido a Nicanor y a Timoteo. (II Macabeos 9, 3)
Tuvo noticia de que Filipo, a quien había dejado al frente del reino en su ausencia, se había sublevado, y quedó consternado. Pidió la paz a los judíos y juró acceder a sus justas peticiones. Se reconcilió con ellos, ofreció sacrificios, llenó de honores el templo y lo trató con benevolencia. (II Macabeos 13, 23)