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La gente estaba sentada a su alrededor cuando le dijeron: "Mira, ahí afuera te buscan tu madre y tus hermanos y hermanas". (Marcos 3, 32)
Los espíritus impuros pidieron a Jesús: "Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos". (Marcos 5, 12)
rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a poner tus manos sobre ella para que se cure y viva". (Marcos 5, 23)
Llamó a los doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. (Marcos 6, 7)
Así que los fariseos y los maestros de la ley preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no observan la tradición de los mayores, sino que comen con las manos impuras?". (Marcos 7, 5)
Jesús le dijo: "Vete, pues por tus palabras ya ha salido de tu hija el demonio". (Marcos 7, 29)
Jesús se volvió y, mirando a sus discípulos, riñó a Pedro diciéndole: "¡Apártate de mí, Satanás!, porque tus sentimientos no son los de Dios, sino los de los hombres". (Marcos 8, 33)
y cuando se apodera de él, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echasen, pero no han podido". (Marcos 9, 18)
y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. (Marcos 12, 30)
David mismo, inspirado por el Espíritu Santo, dice: El Señor dijo a mi Señor: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. (Marcos 12, 36)
de Matusalén, de Henoc, de Jaret, de Maleleel, de Cainán, (Lucas 3, 37)
Todos quedaron estupefactos y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Manda con autoridad y energía a los espíritus inmundos, y le obedecen!". (Lucas 4, 36)
