Encontrados 64 resultados para: torrente

  • El ojo que se burla de un padre y que desprecia la edad de su madre, los cuervos del torrente lo sacarán y los hijos del águila lo devorarán. (Proverbios 30, 17)

  • Las riquezas de los malvados se secarán como un torrente, como un gran trueno se pierde entre el ruido de la lluvia. (Eclesiástico 40, 13)

  • Por eso llevan lo que les queda, lo que han salvado, al otro lado del torrente de los Sauces. (Isaías 15, 7)

  • Aquel día el Señor sacudirá las espigas desde el curso del río hasta el torrente de Egipto, y vosotros seréis recogidos uno a uno, hijos de Israel. (Isaías 27, 12)

  • Las piedras pulidas del torrente son tu heredad, ellas, ellas tu suerte. A ellas haces tus ofrendas de vino y presentas tus ofrendas; ¿voy a calmarme yo con eso? (Isaías 57, 6)

  • En occidente se temerá el nombre del Señor, y en oriente su gloria; porque vendrá como un torrente impetuoso, empujado por el soplo del Señor. (Isaías 59, 19)

  • Pues esto dice el Señor: Yo haré correr por ella como un río la paz, y como un torrente desbordado la gloria de las naciones. Sus lactantes serán llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas. (Isaías 66, 12)

  • Y todo el valle de los cadáveres y de la ceniza, así como todos los campos a lo largo del torrente Cedrón, hasta el ángulo de la puerta de los Caballos por oriente, serán consagrados al Señor; no volverán a ser destruidos ni devastados jamás. (Jeremías 31, 40)

  • ¿Quién era aquel que subía como el Nilo, como torrente de revueltas aguas? (Jeremías 46, 7)

  • Era Egipto, que subía como el Nilo, como torrente de revueltas aguas. (Jeremías 46, 8)

  • ¡Grita por ti al Señor, oh virgen, hija de Sión; deja correr como un torrente tu llanto de día y de noche; no te des tregua a ti misma, ni descanse la pupila de tus ojos! (Lamentaciones 2, 18)

  • Por el sur: la frontera correrá desde Tamar hasta las aguas de Meribá de Cades, en la dirección del torrente hasta el mar Mediterráneo. Éste el límite sur. (Ezequiel 47, 19)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina