Encontrados 67 resultados para: sola

  • Yo y el Padre somos una sola cosa". (Juan 10, 30)

  • Ya no estoy en el mundo; pero ellos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guarda con tu poder a los que me has confiado, para que sean, como nosotros, una sola cosa. (Juan 17, 11)

  • Que todos sean una sola cosa; como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean una sola cosa en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. (Juan 17, 21)

  • Todos los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma, y nadie llamaba propia cosa alguna de cuantas poseían, sino que tenían en común todas las cosas. (Hechos 4, 32)

  • Pasaron la primera y segunda guardia, y llegaron a la puerta de hierro que da a la ciudad, la cual se les abrió por sí sola. Salieron y avanzaron por una calle; y de repente el ángel lo dejó. (Hechos 12, 10)

  • ¿No sabéis que quien se une a una prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues, como dice la Escritura, los dos serán una sola carne. (I Corintios 6, 16)

  • Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo (Efesios 4, 5)

  • Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. (Efesios 5, 31)

  • Os pido sobre todo que viváis una vida digna del evangelio de Cristo para que, sea que vaya y lo vea, sea que ausente lo oiga, perseveréis firmes en un mismo espíritu, luchando con una sola alma por la fe del evangelio, (Filipenses 1, 27)

  • llenadme de gozo teniendo todos un mismo pensar, un mismo amor, una sola alma y unos mismos sentimientos. (Filipenses 2, 2)

  • Es necesario que el obispo sea intachable, casado una sola vez, sobrio, prudente, de porte educado, hospitalario, capaz de enseñar; (I Timoteo 3, 2)

  • Los diáconos sean casados una sola vez, que sepan gobernar bien a sus hijos y sus propias casas. (I Timoteo 3, 12)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina