Encontrados 119 resultados para: promesa divina

  • ¿No ha hecho el Señor un ser único, carne animada de vida? Y este ser único, ¿qué busca? Una descendencia divina. Respetad vuestras vidas y no seáis infieles a la esposa de vuestra juventud. (Malaquías 2, 15)

  • "Ahora, Señor, puedes dejar morir en paz a tu siervo, porque tu promesa se ha cumplido: (Lucas 2, 29)

  • Una vez que estaba comiendo con ellos les mandó que no saliesen de Jerusalén, sino que aguardasen la promesa del Padre, de la que os hablé; (Hechos 1, 4)

  • Exaltado, pues, por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo, objeto de la promesa, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo. (Hechos 2, 33)

  • Porque la promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y también para todos los extranjeros que llame el Señor Dios nuestro". (Hechos 2, 39)

  • A medida que se acercaba el tiempo en que se debía cumplir la promesa que Dios había hecho a Abrahán, el pueblo aumentaba y se multiplicaba en Egipto, (Hechos 7, 17)

  • Nosotros os anunciamos la buena nueva: la promesa hecha a nuestros padres (Hechos 13, 32)

  • Ahora estoy sometido a juicio por la esperanza de la promesa hecha por Dios a nuestros padres, (Hechos 26, 6)

  • Cuando los indígenas vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: "Este hombre es ciertamente un asesino; se ha librado del mar, pero la justicia divina no le permite vivir". (Hechos 28, 4)

  • A Abrahán y a su descendencia le fue hecha la promesa de ser él el heredero del mundo, no por la ley, sino por la justicia que viene de la fe. (Romanos 4, 13)

  • Porque si los hijos de la ley son los herederos, la fe queda sin valor y la promesa anulada. (Romanos 4, 14)

  • Por esto la justicia viene de la fe, para que sea gratuita, a fin de que sea firme la promesa a toda la descendencia; no sólo a la que es por la fe de Abrahán, el cual es padre de todos nosotros, (Romanos 4, 16)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina