Encontrados 289 resultados para: otra

  • Al hombre que fomenta la división amonéstale una y otra vez; y si no te hace caso, apártate de él, (Tito 3, 10)

  • Y como, por una parte, es cierto que algunos deben entrar en él, y, por otra, los primeros que recibieron la buena nueva no entraron a causa de su desobediencia, (Hebreos 4, 6)

  • y que a pesar de todo recayeron, es imposible que se renueven otra vez por la penitencia, ya que de nuevo crucifican por su cuenta al Hijo de Dios y le declaran infame. (Hebreos 6, 6)

  • Dios, al hacer la promesa a Abrahán, no teniendo otra persona mayor por quien jurar, juró por sí mismo, (Hebreos 6, 13)

  • Porque aquel de quien se dicen estas cosas pertenecía a otra tribu, de la cual ningún miembro sirvió nunca al altar; (Hebreos 7, 13)

  • Pero que pida con confianza, sin dudar nada; porque el que duda es semejante a las olas del mar, agitadas por el viento y llevadas de una parte a otra. (Santiago 1, 6)

  • Es, por otra parte, también un mandamiento nuevo el que os escribo -que es verdadero en él y en vosotros-; porque se disipan las tinieblas y la luz verdadera brilla ya. (I Juan 2, 8)

  • En cuanto a vosotros, los demás fieles de Tiatira, todos los que no compartís esta doctrina, que no habéis conocido los secretos de Satanás -como ellos dicen-, declaro que no os impongo otra carga; (Apocalipsis 2, 24)

  • Otra señal apareció en el cielo: un dragón color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos; sobre sus cabezas, siete diademas; (Apocalipsis 12, 3)

  • Vi otra bestia que subía de la tierra; tenía dos cuernos, como los de un cordero, pero hablaba como un dragón. (Apocalipsis 13, 11)

  • Vi en el cielo otra señal grande y maravillosa: siete ángeles, que tenían en las manos las siete últimas plagas, porque con ellos se termina la ira de Dios. (Apocalipsis 15, 1)

  • Oí otra voz que venía del cielo y decía: Sal de ella, oh pueblo mío, para que no seas solidario de sus pecados y no participes de sus plagas; (Apocalipsis 18, 4)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina