Encontrados 229 resultados para: ofrenda

  • Ninguna ofrenda que hagáis al Señor deberá estar preparada con levadura, pues ni el fermento ni la miel pueden ser quemados en honor del Señor. (Levítico 2, 11)

  • Éstos pueden ser presentados al Señor como ofrenda de primicias, pero nunca podrán subir al altar como perfume agradable al Señor. (Levítico 2, 12)

  • Echarás sal en todas las oblaciones que ofrezcas; no dejarás nunca de echar en la ofrenda la sal de la alianza con tu Dios; todas tus ofrendas llevarán sal. (Levítico 2, 13)

  • Si haces al Señor una ofrenda de primicias, será de espigas tostadas al fuego o una pasta de granos triturados; (Levítico 2, 14)

  • sobre ellas derramarás el aceite y pondrás el incienso: es una ofrenda. (Levítico 2, 15)

  • Como memorial, el sacerdote quemará una parte de los granos triturados, el aceite con todo el incienso. Es una ofrenda quemada en honor del Señor. (Levítico 2, 16)

  • De este sacrificio de reconciliación ofrecerá al Señor, como ofrenda quemada, la grasa que recubre las entrañas y la que hay sobre ellas; (Levítico 3, 3)

  • Los hijos de Aarón lo quemarán en el altar encima del holocausto colocado sobre la leña que arde sobre el fuego. Es una ofrenda quemada, un perfume agradable al Señor. (Levítico 3, 5)

  • Cuando su ofrenda al Señor sea un sacrificio de reconciliación, si se trata de ganado menor, ofrecerá una res sin defecto, macho o hembra. (Levítico 3, 6)

  • Si su ofrenda es un cordero, lo presentará delante del Señor, (Levítico 3, 7)

  • De este sacrificio de reconciliación ofrecerá al Señor, como ofrenda quemada, las grasas: la cola entera cortada desde la rabadilla, la grasa que recubre las entrañas y la que hay sobre ellas; (Levítico 3, 9)

  • Si su ofrenda es una cabra, la ofrecerá delante del Señor, (Levítico 3, 12)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina