Encontrados 206 resultados para: obra de Huram

  • La mano del artífice se alaba por su obra, la sabiduría del jefe del pueblo por sus discursos. (Eclesiástico 9, 17)

  • Toda obra corruptible perece, y tras ella va su autor. (Eclesiástico 14, 19)

  • Un hombre fácil para jurar se llenará de iniquidad, y el azote no se alejará de su casa. Si peca, su pecado pesará sobre él; si obra a la ligera, pecará doblemente; si jura en vano, no estará exento de culpa, su casa se llenará de calamidades. (Eclesiástico 23, 11)

  • Quien presta al prójimo hace obra de misericordia, y quien le sostiene con su mano guarda los mandamientos. (Eclesiástico 29, 1)

  • El principio de toda obra es la razón, y ante toda empresa se precisa reflexión. (Eclesiástico 37, 16)

  • E igual el obrero o artesano que trabaja día y noche; el que graba los sellos y se esfuerza en varios diseños, que pone su atención en reproducir el modelo y pasa sus vigilias en rematar su obra. (Eclesiástico 38, 27)

  • E igual el herrero sentado junto al yunque, que examina el hierro bruto; el ardor del fuego enrojece su carne, y en el calor de la fragua se revuelve. El ruido del martillo ensordece sus oídos, y sus ojos están fijos en el modelo. Pone toda su atención en acabar bien su obra y su desvelo en adornarla perfectamente. (Eclesiástico 38, 28)

  • Lo mismo el alfarero sentado a su faena; con sus pies hace girar la rueda, preocupado sin cesar de su obra y de finalizar la tarea fijada. (Eclesiástico 38, 29)

  • Por orden suya se cumple en todo su voluntad, y no hay quien impida su obra salvadora. (Eclesiástico 39, 18)

  • El sol, que da su luz, todo lo contempla; y la obra toda del Señor está llena de su gloria. (Eclesiástico 42, 16)

  • El sol, al surgir, pregona: "¡Qué admirable es la obra del altísimo!". (Eclesiástico 43, 2)

  • Le vistió con vestiduras sacras de oro, jacinto y púrpura, obra de un artista; el pectoral del juicio, el urim y el tummim, hechos de hilo carmesí, obra de artista; (Eclesiástico 45, 10)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina