Encontrados 810 resultados para: muerte de Saúl

  • Después de la muerte de Ehud, los israelitas volvieron a hacer lo que desagrada al Señor, (Jueces 4, 1)

  • Pero me dijo: Vas a concebir y darás a luz un hijo. No bebas vino ni otras bebidas alcohólicas, ni comas nada impuro, porque el niño estará consagrado a Dios desde el vientre de su madre hasta el día de su muerte". (Jueces 13, 7)

  • Se preguntaron: "¿Quién de entre todas las tribus de Israel no acudió a la asamblea del Señor?". Porque habían jurado solemnemente que quien no subiese a Mispá ante el Señor sería castigado con la muerte. (Jueces 21, 5)

  • donde tú mueras, yo moriré, y allí quiero ser enterrada. Que Dios me castigue si algo, fuera de la muerte, me separa de ti". (Rut 1, 17)

  • Booz le respondió: "Me han contado lo que has hecho por tu suegra después de la muerte de tu marido: que has dejado a tu padre, a tu madre, a tu patria, para venir a un pueblo desconocido para ti. (Rut 2, 11)

  • El Señor da la muerte y da la vida, hace bajar al abismo y hace subir de él. (I Samuel 2, 6)

  • Su nuera, la mujer de Fineés, estaba encinta y a punto de dar a luz. Cuando oyó la noticia referente al arca de Dios, la muerte de su suegro y de su marido, se acostó y dio a luz, pues le asaltaron los dolores. (I Samuel 4, 19)

  • Tenía un hijo llamado Saúl, buen mozo. No había entre los israelitas quien le superase; a todos les sacaba la cabeza. (I Samuel 9, 2)

  • Un día a Quis se le extraviaron sus asnas; entonces dijo a su hijo Saúl: "Toma contigo a uno de los mozos y vete a buscar las asnas". (I Samuel 9, 3)

  • Cuando llegaron al país de Suf, Saúl dijo al mozo que le acompañaba: "Demos la vuelta, no sea que mi padre, más que por las asnas, esté intranquilo por nosotros". (I Samuel 9, 5)

  • Saúl respondió al mozo: "Si, vamos allá, ¿qué llevaremos a ese hombre? Ya no hay pan en nuestros sacos y no tenemos nada que ofrecer al hombre de Dios. ¿Qué le daremos?". (I Samuel 9, 7)

  • El mozo dijo a Saúl: "Mira, he encontrado en mi bolso una pequeña moneda de plata; se la daré al hombre de Dios para que nos indique el camino que debemos seguir". (I Samuel 9, 8)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina