Encontrados 1015 resultados para: mil

  • En mi visión oí la voz de una multitud de ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos; eran miles de miles, millones de millones. (Apocalipsis 5, 11)

  • Y oí el número de los sellados de todas las tribus de Israel: ciento cuarenta y cuatro mil: (Apocalipsis 7, 4)

  • de la tribu de Judá, doce mil; de la tribu de Rubén, doce mil; de la tribu de Gad, doce mil; (Apocalipsis 7, 5)

  • de la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Neftalí, doce mil; de la tribu de Manasés, doce mil; (Apocalipsis 7, 6)

  • de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Leví, doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil; (Apocalipsis 7, 7)

  • de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín, doce mil. (Apocalipsis 7, 8)

  • El gran ejército de caballería constaba de doscientos millones: yo oí su número. (Apocalipsis 9, 16)

  • Yo haré que mis dos testigos profeticen vestidos de saco durante mil doscientos sesenta días". (Apocalipsis 11, 3)

  • En aquel momento se produjo un gran terremoto y se derrumbó la décima parte de la ciudad, y en el cataclismo perecieron siete mil personas. Los supervivientes, llenos de terror, dieron gloria al Dios del cielo. (Apocalipsis 11, 13)

  • Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, para ser alimentada allí durante mil doscientos sesenta días. (Apocalipsis 12, 6)

  • Después vi al cordero, que estaba en pie sobre el monte Sión, acompañado de ciento cuarenta y cuatro mil personas que tenían escrito en las frentes su nombre y el nombre de su Padre. (Apocalipsis 14, 1)

  • Cantaban un cántico nuevo delante del trono, delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Ninguno podía aprender el cántico, a excepción de los ciento cuarenta y cuatro mil rescatados de la tierra. (Apocalipsis 14, 3)


“Se quisermos colher é necessário não só semear, mas espalhar as sementes num bom campo. Quando as sementes se tornarem plantas, devemos cuidá-las para que as novas plantas não sejam sufocadas pelas ervas daninhas.” São Padre Pio de Pietrelcina