Encontrados 15 resultados para: mandaba

  • Él les mandaba desde su mesa las porciones, y la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de todos los otros. Así bebieron y se alegraron en su compañía. (Génesis 43, 34)

  • Cuando llegaron Joab y todo el ejército que él mandaba, comunicaron a Joab que había venido Abner, hijo de Ner, y que el rey le había despedido y le había dejado ir en paz. (II Samuel 3, 23)

  • Ya antes, cuando todavía reinaba Saúl, eras tú el que mandaba el ejército de Israel. El Señor te había dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, serás el jefe de mi pueblo Israel". (II Samuel 5, 2)

  • Joab mandaba todo el ejército de Israel; Benayas, hijo de Yehoyadá, mandaba a los quereteos y peleteos; (II Samuel 20, 23)

  • Benayas, hijo de Yehoyadá, mandaba el ejército; Sadoc y Abiatar eran los sumos sacerdotes. (I Reyes 4, 4)

  • Zabdiel era descendiente de Fares y mandaba a todos los oficiales de la división en servicio durante el primer mes. (I Crónicas 27, 3)

  • La división del segundo mes la mandaba Doday, el ajojita. (I Crónicas 27, 4)

  • Al terminar los días del convite, Job les mandaba llamar para purificarlos; al día siguiente, se levantaba de madrugada y ofrecía un holocausto por cada uno de ellos. Porque pensaba: "Acaso hayan pecado mis hijos y hayan maldecido a Dios en su corazón". Así procedía Job cada vez. (Job 1, 5)

  • Pero al oír que su hermano Simón le había sucedido como sumo sacerdote y que mandaba en el país y en sus ciudades, (I Macabeos 14, 17)

  • Le mandaba, además, profanar el templo de Jerusalén, dedicándolo a Júpiter Olímpico, y el de Garizín, a Júpiter Hospitalario, como lo pedían los habitantes del lugar. (II Macabeos 6, 2)

  • Timoteo huyó y se refugió en la fortaleza bien amurallada de Guézer, donde mandaba Quereas. (II Macabeos 10, 32)

  • y que con él venía Lisias, tutor y regente. Cada uno de ellos mandaba un ejército griego de ciento diez mil soldados de infantería, cinco mil trescientos de caballería, veintidós elefantes y unos trescientos carros de guerra armados con hoces. (II Macabeos 13, 2)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina