Encontrados 34 resultados para: llegaba

  • Balac supo que llegaba Balaán y salió a su encuentro hacia Ir Moab, en la frontera del Arnón, al final de la frontera. (Números 22, 36)

  • El territorio que tocó en suerte a la tribu de Judá, por clanes, llegaba hasta la frontera de Edón y el extremo sur del desierto de Sin. (Josué 15, 1)

  • pasaba por Asmón, llegaba hasta el río de Egipto y terminaba en el mar. "Ésta será vuestra frontera meridional. (Josué 15, 4)

  • subía después por Debir, desde el valle de Akor, y volvía hacia Guilgal, que está enfrente de la subida de Adomín, al mediodía del río; pasaba las aguas del En Semes y llegaba a En Rogel. (Josué 15, 7)

  • Después la frontera alcanzaba el lado norte de Ecrón, volvía hacia Sikarón, pasaba por el monte Baalá, llegaba a Yabneel y terminaba en el mar. (Josué 15, 11)

  • Por el sur la frontera partía del extremo de Quiriat Yearín, iba hacia Gasín y llegaba cerca de las aguas de la fuente de Neftoaj; (Josué 18, 15)

  • volvía al norte, llegaba a En Semes, seguía por Gelilot, frente a la subida de Adomín, y bajaba a la Peña de Boján, hijo de Rubén; (Josué 18, 17)

  • subía por el oeste, hacia Maralá, tocaba Daberat y llegaba al arroyo que está frente a Yocneán; (Josué 19, 11)

  • por el este llegaba a Bet Dagón, y tocaba en Zabulón y en el norte del valle de Yiftajel; continuaba por Bet Emec y Nejiel, y llegaba por la izquierda a Cabul, (Josué 19, 27)

  • volvía, por occidente, hacia Aznot Tabor, llegaba hasta Jucoc, tocaba Zabulón al sur, Aser a occidente y el Jordán a oriente. (Josué 19, 34)

  • Se preferían dioses extranjeros; la guerra llegaba ya a las puertas; apenas se veía un escudo o una lanza entre los cuarenta mil de Israel. (Jueces 5, 8)

  • ni de los deberes de los sacerdotes para con el pueblo. Cuando alguno ofrecía un sacrificio, mientras se cocía la carne llegaba un criado del sacerdote con un tenedor en la mano, (I Samuel 2, 13)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina