Encontrados 354 resultados para: jefes

  • Los cabezas de familia de los clanes de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, uno de los clanes de la casa de José, fueron a ver a Moisés y a los jefes de familia israelitas, (Números 36, 1)

  • Elegíos entre vuestras tribus hombres sabios, prudentes, probados, y yo los constituiré vuestros jefes. (Deuteronomio 1, 13)

  • Yo tomé entonces vuestros jefes de tribu, hombres sabios y probados, y os los di por jefes: jefes de millar, de centena, cincuentena y decena, y oficiales para vuestras tribus. (Deuteronomio 1, 15)

  • Cuando oísteis su voz en medio de las tinieblas mientras la montaña se abrasaba en llamas, todos vosotros, jefes de tribu y ancianos, os acercasteis a mí (Deuteronomio 5, 23)

  • Los jefes seguirán diciendo a la tropa: ¿Hay alguien que tenga miedo y se acobarde? Que se vuelva a su casa para que no contagie la cobardía a sus hermanos. (Deuteronomio 20, 8)

  • Una vez que los escribas hayan terminado de hablar al pueblo, se pondrán al frente los jefes de tropa. (Deuteronomio 20, 9)

  • Hoy habéis comparecido todos ante el Señor, vuestro Dios: vuestros jefes de tribu, ancianos, escribas, todos los hombres de Israel, (Deuteronomio 29, 9)

  • Reunid junto a mí a todos los ancianos y jefes de vuestras tribus para que yo les recite estas palabras y ponga al cielo y a la tierra contra ellos. (Deuteronomio 31, 28)

  • Emborracharé de sangre mis flechas y mi espada se hartará de carne; sangre de heridos y cautivos, cabezas de jefes enemigos. (Deuteronomio 32, 42)

  • Entonces Josué dio a los jefes del pueblo la orden siguiente: (Josué 1, 10)

  • Al cabo de tres días, los jefes recorrieron el campamento (Josué 3, 2)

  • Los jefes aceptaron de sus provisiones, pero sin consultar al Señor. (Josué 9, 14)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina