Encontrados 214 resultados para: historia de Moab

  • Después de la muerte de Ajab, Moab se rebeló contra Israel. (II Reyes 1, 1)

  • El resto de la historia de Ocozías y todo lo que hizo está escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel. (II Reyes 1, 18)

  • Mesa, rey de Moab, era pastor, y pagaba en tributo al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros de lana. (II Reyes 3, 4)

  • Pero, al morir Ajab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel. (II Reyes 3, 5)

  • Se puso en camino y mandó decir a Josafat, rey de Judá: "El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Quieres venir conmigo a la guerra contra Moab?". Contestó: "Iré, pues tú y yo, tu pueblo y mi pueblo, tu caballería y mi caballería somos una misma cosa". (II Reyes 3, 7)

  • Entonces el rey de Israel exclamó: "¡Ay! Sin duda que el Señor ha reunido a estos tres reyes para entregarlos en manos de Moab". (II Reyes 3, 10)

  • Eliseo dijo al rey de Israel: "¿Qué tengo que ver yo contigo? Vete a consultar a los profetas de tu padre y a los de tu madre". Pero el rey de Israel repuso: "Es que el Señor nos ha reunido a tres reyes para entregarnos en manos de Moab". (II Reyes 3, 13)

  • Y aun esto es poco para el Señor: él entregará a Moab en vuestras manos. (II Reyes 3, 18)

  • Marcharon sobre el campamento de Israel; pero los israelitas salieron y asestaron un rudo golpe a Moab, que se dio a la fuga. Ellos entraron en el país y derrotaron a Moab. (II Reyes 3, 24)

  • El rey de Moab, viendo que la lucha era demasiado recia para sus fuerzas, tomó consigo setecientos hombres que empuñaban espada para abrir una brecha contra el rey de Edón, pero no lo consiguió. (II Reyes 3, 26)

  • El resto de la historia de Jorán y todo lo que hizo está escrito en los anales de los reyes de Judá. (II Reyes 8, 23)

  • El resto de la historia de Jehú, sus proezas y todo lo que hizo está escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel. (II Reyes 10, 34)


“Se quisermos colher é necessário não só semear, mas espalhar as sementes num bom campo. Quando as sementes se tornarem plantas, devemos cuidá-las para que as novas plantas não sejam sufocadas pelas ervas daninhas.” São Padre Pio de Pietrelcina