Encontrados 52 resultados para: enseñanza divina

  • Ha dado también el don de enseñanza a él y a Oholiab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan. (Exodo 35, 34)

  • Moisés dijo a Aarón, a Eleazar e Itamar, hijos de Aarón: "No os despelucéis ni rasguéis vuestras vestiduras; así no moriréis ni se encenderá la ira divina contra toda la comunidad; vuestros hermanos, toda la casa de Israel, son los que deben llorar a los que el Señor ha destruido por el fuego. (Levítico 10, 6)

  • Descienda como la lluvia mi enseñanza, caiga como el rocío mi cantar, como llovizna sobre el césped, como chubasco sobre el verde. (Deuteronomio 32, 2)

  • Todo Israel se enteró de la sentencia que el rey había pronunciado y todos temieron al rey, viendo que había en él una sabiduría divina para administrar justicia. (I Reyes 3, 28)

  • Abandonaron el templo del Señor, Dios de sus padres, y dieron culto a imágenes de Aserá y a otros ídolos. Esto provocó la cólera divina, que cayó sobre Judá y Jerusalén. (II Crónicas 24, 18)

  • Luego me levanté de noche, con unos cuantos hombres, sin manifestar a nadie lo que por inspiración divina iba a hacer por Jerusalén, llevando sólo el caballo que yo montaba. (Nehemías 2, 12)

  • ¡Oh, sí, feliz el hombre que por Dios es corregido y no desperdicia la enseñanza del todopoderoso! (Job 5, 17)

  • Recibe la enseñanza de su boca, pon sus palabras en tu corazón. (Job 22, 22)

  • Maskil de Asaf Atiende a mi enseñanza, pueblo mío, escucha las palabras de mi boca; (Salmos 78, 1)

  • Salmo de Asaf Dios se levanta en la asamblea divina, juzga en medio de los dioses. (Salmos 82, 1)

  • Recorrió las ciudades de Judá, exterminó a los malvados y apartó de Israel la cólera divina. (I Macabeos 3, 8)

  • Por la intervención divina había quedado sin palabra y sin esperanza alguna de salud. (II Macabeos 3, 29)


“Quando ofendemos a justiça de Deus, apelamos à Sua misericórdia. Mas se ofendemos a Sua misericórdia, a quem podemos apelar? Ofender o Pai que nos ama e insultar quem nos auxilia é um pecado pelo qual seremos severamente julgados.” São Padre Pio de Pietrelcina