Encontrados 85 resultados para: elegidos de Gedeón

  • Gedeón contestó: "Bien, cuando el Señor entregue en mi mano a Zébaj y a Salmuná, yo desgarraré vuestras carnes con espinas y cardos del desierto". (Jueces 8, 7)

  • Gedeón subió por el camino de los beduinos, al este de Nóbaj y de Yogbohá, y atacó el campamento cuando menos lo esperaban. (Jueces 8, 11)

  • Zébaj y Salmuná huyeron; pero Gedeón los persiguió, e hizo prisioneros a los dos reyes de Madián, Zébaj y Salmuná, y derrotó a todo su ejército. (Jueces 8, 12)

  • Gedeón, hijo de Joás, volviendo de la batalla por la subida de Jares, (Jueces 8, 13)

  • Gedeón se presentó a la gente de Sucot, y dijo: "Aquí están Zébaj y Salmuná, por los que os burlasteis de mí diciendo: ¿Acaso tienes ya en tus manos a Zébaj y a Salmuná para que debamos suministrar pan a tu ejército?". (Jueces 8, 15)

  • Gedeón dijo: "Eran hermanos míos, hijos de mi madre. ¡Por la vida del Señor! ¡Si los hubieseis dejado vivos, yo no os mataría!". (Jueces 8, 19)

  • Entonces Zébaj y Salmuná dijeron: "Ánimo, mátanos tú; porque como es el hombre, así es su fuerza". Entonces Gedeón se levantó, mató a Zébaj y Salmuná y se quedó con las lunetas que llevaban al cuello sus camellos. (Jueces 8, 21)

  • Los israelitas dijeron a Gedeón: "Reina sobre nosotros tú, tu hijo y tu nieto, porque nos has librado de la mano de los madianitas". (Jueces 8, 22)

  • Pero Gedeón les respondió: "No reinaré yo sobre vosotros ni mi hijo, porque es el Señor quien debe reinar sobre vosotros". (Jueces 8, 23)

  • Gedeón hizo con ellos un efod, que colocó en su ciudad, en Ofrá. Todo Israel se prostituyó ante él, y esto fue para Gedeón y su casa la causa de su ruina. (Jueces 8, 27)

  • Los madianitas quedaron sometidos a los israelitas y no volvieron a levantar cabeza. El país estuvo en paz cuarenta años mientras vivió Gedeón. (Jueces 8, 28)

  • Gedeón tuvo setenta hijos, pues tenía muchas mujeres. (Jueces 8, 30)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina