Encontrados 69 resultados para: cuello

  • El yugo y las coyundas hacen bajar el cuello; y al siervo díscolo, el azote y el tormento. (Eclesiástico 33, 27)

  • Inclinad vuestro cuello a su yugo, y vuestra alma reciba instrucción. Cerca está para encontrarla. (Eclesiástico 51, 26)

  • invadirá Judá y la inundará hasta que el agua llegue al cuello. Y el despliegue de sus olas cubrirá toda la anchura de tu tierra, ¡oh Emanuel! (Isaías 8, 8)

  • El día aquel te quitará su carga de tu hombro, su yugo dejará de pesar sobre tu cuello. Se acerca por el lado de Rimón, (Isaías 10, 27)

  • Su soplo es cual corriente desbordada, que llega hasta el cuello, para cribar a las naciones con criba destructora y poner un bocado extraviador en las quijadas de los pueblos. (Isaías 30, 28)

  • Sacúdete el polvo, levántate, Jerusalén cautiva. Saca tu cuello de sus coyundas, hija de Sión, cautiva. (Isaías 52, 2)

  • "El Señor me ha dicho esto: Hazte unas coyundas y un yugo y póntelo en tu cuello. (Jeremías 27, 2)

  • Pero antes la nación y el reino que no se someta a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y no ofrezca su cuello al yugo del rey de Babilonia, serán castigados por mí con espada, hambre y peste -dice el Señor-, hasta que los ponga en sus manos. (Jeremías 27, 8)

  • Pero a la nación que doble el cuello bajo el yugo del rey de Babilonia y se someta a él, yo la dejaré en paz en su tierra -dice el Señor-, la cultivará y vivirá en ella". (Jeremías 27, 11)

  • En los mismos términos hablé también a Sedecías, rey de Judá. Le dije: "Ofreced vuestro cuello al yugo del rey de Babilonia; someteos a él y a su pueblo, y viviréis. (Jeremías 27, 12)

  • Entonces el profeta Ananías tomó el yugo del cuello de Jeremías, lo rompió (Jeremías 28, 10)

  • y dijo delante de todo el pueblo: "Esto dice el Señor: De la misma manera, dentro de dos años, romperé yo el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, quitándolo del cuello de todas las naciones". Y el profeta Jeremías se marchó. (Jeremías 28, 11)


“Os corações fortes e generosos não se lamentam, a não ser por grandes motivos e,ainda assim,não permitem que tais motivos penetrem fundo no seu íntimo.(P.e Pio) São Padre Pio de Pietrelcina