Encontrados 851 resultados para: columnas del templo

  • al templo de Dagón, y la colocaron junto a Dagón. (I Samuel 5, 2)

  • Por eso, todavía hoy los sacerdotes de Dagón y todos lo que entran en su templo en Asdod no pisan el umbral de Dagón. (I Samuel 5, 5)

  • Pusieron sus armas en el templo de Astarté y colgaron su cadáver en las murallas de Betsán. (I Samuel 31, 10)

  • Aquel día dijo David: "El que quiera derrotar al jebuseo, que entre por el canal. En cuanto a los cojos y a los ciegos, son enemigos de David". Por eso se dice: "Los ciegos y los cojos no entrarán en el templo del Señor". (II Samuel 5, 8)

  • Él me construirá un templo y yo consolidaré su trono para siempre. (II Samuel 7, 13)

  • Entonces David se levantó del suelo, se bañó, se perfumó, cambió sus ropas, entró en el templo y adoró al Señor. Volvió a su casa, pidió que le sirviesen de comer y comió. (II Samuel 12, 20)

  • Clamé al Señor en mi angustia, hacia mi Dios alcé mi grito: y él escuchó mi voz desde su templo, mi grito llegó hasta sus oídos. (II Samuel 22, 7)

  • Salomón emparentó con el Faraón, rey de Egipto, casándose con una hija suya. La llevó a la ciudad de David, hasta que acabase de edificar su palacio, el templo del Señor y las murallas en torno a Jerusalén. (I Reyes 3, 1)

  • Sin embargo, el pueblo sacrificaba en las colinas, pues para entonces aún no había sido edificado un templo al nombre del Señor. (I Reyes 3, 2)

  • He decidido construir un templo a su nombre, tal como el Señor ordenó a mi padre, David: El hijo tuyo, que yo pondré en tu lugar sobre tu trono, ése construirá el templo a mi nombre. (I Reyes 5, 19)

  • y las labraron los canteros de Salomón, los canteros de Jirán y los guiblios. Así prepararon el maderamen y las piedras para la fábrica del templo. (I Reyes 5, 32)

  • El año cuatrocientos ochenta de la salida de los israelitas de Egipto, el cuarto año de reinado de Salomón sobre Israel, en el segundo mes, el mes de ziv, Salomón comenzó a construir el templo del Señor. (I Reyes 6, 1)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina