Encontrados 112 resultados para: clamor de los pobres

  • "Mañana a esta hora te enviaré un hombre de la tierra de Benjamín; tú le ungirás como jefe de mi pueblo Israel para que salve a mi pueblo de la mano de los filisteos, porque he visto la miseria de mi pueblo y su clamor ha llegado hasta mí". (I Samuel 9, 16)

  • Deportó a todo Jerusalén, a todos los magnates y poderosos, unos diez mil, y a todos los herreros y cerrajeros. No dejó más que las gentes pobres. (II Reyes 24, 14)

  • Sólo dejó a los más pobres para el cultivo de los viñedos y los campos. (II Reyes 25, 12)

  • Dios vino en su ayuda contra aquéllos, y los agareos y todos sus aliados cayeron en sus manos, pues en medio del combate invocaron el nombre de Dios, que escuchó su clamor por haber puesto en él su confianza. (I Crónicas 5, 20)

  • Tú viste la aflicción de nuestros padres en Egipto y escuchaste su clamor junto al mar Rojo; (Nehemías 9, 9)

  • Dios oyó su clamor y comprendió su angustia. El pueblo ayunaba día tras día en Judá y Jerusalén, mirando al templo del Dios omnipotente. (Judit 4, 13)

  • como días en que los judíos se deshicieron de sus enemigos, y mes en que la tristeza se convirtió en alegría y el luto en regocijo. Estos dos días debían convertirse en días de banquete y alegría, haciéndose regalos unos a otros y dando donativos a los pobres. (Ester 9, 22)

  • Pero clamaron a Dios, y a su clamor, de una fuentecilla, surgió un gran río de agua abundante. (Ester 11, 10)

  • Pues estrujó, desamparó a los pobres y robó casas que no había construido. (Job 20, 19)

  • Expulsan a los indigentes del camino, todos los pobres del país han de esconderse. (Job 24, 4)

  • era el padre de los pobres, la causa del desconocido examinaba; (Job 29, 16)

  • Mi clamor levanto hacia el Señor, y él me atiende desde su santo monte. (Salmos 3, 5)


Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina