Encontrados 13 resultados para: cerraron

  • Se cerraron las fuentes del abismo y las compuertas del cielo, y cesó de caer lluvia. (Génesis 8, 2)

  • Pero los dos hombres sacaron su brazo, metieron a Lot con ellos en casa y cerraron la puerta; (Génesis 19, 10)

  • En medio de la ciudad había una torre fortificada. Todos los hombres y mujeres de la ciudad se refugiaron en ella, cerraron la puerta por dentro y subieron a lo alto de la torre. (Jueces 9, 51)

  • Cerraron incluso las puertas del pórtico, apagaron las lámparas y dejaron de ofrecer incienso y holocaustos en el santuario al Dios de Israel. (II Crónicas 29, 7)

  • Pero a la muerte de Salmanasar, a quien sucedió su hijo Senaquerib, se cerraron las comunicaciones, y yo no pude volver a Media. (Tobías 1, 15)

  • Los de la ciudad cerraron la entrada, tapiando las puertas con piedras. (I Macabeos 5, 47)

  • Acampó junto a Jafa, pero los de la ciudad le cerraron las puertas porque había allí una guarnición de Apolonio. Comenzó el ataque. (I Macabeos 10, 75)

  • Apenas entró Jonatán en Tolemaida, los habitantes cerraron las puertas, lo prendieron a él y mataron a todos los que le acompañaban. (I Macabeos 12, 48)

  • Ellos cerraron el templo, practicaron una abertura en el techo y, a pedradas, acabaron con el jefe (y los que habían entrado en él); los despedazaron y tiraron sus cabezas a los de afuera. (II Macabeos 1, 16)

  • Ellas hicieron lo que Susana había ordenado; cerraron las puertas del jardín y entraron en casa por una puerta lateral para traer lo que les había mandado. No sabían que los dos ancianos estaban allí escondidos. (Daniel 13, 18)

  • Pero Daniel mandó a sus criados que trajeran ceniza y la esparcieron con un cedazo por todo el templo en presencia del rey; lego salieron, cerraron la puerta, la sellaron con el anillo del rey y se fueron. (Daniel 14, 14)

  • Toda la ciudad se alborotó y la gente acudió en masa. Prendieron a Pablo, lo arrastraron fuera del templo y cerraron rápidamente las puertas. (Hechos 21, 30)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina