Encontrados 63 resultados para: alas

  • alas de paloma con un baño de plata, plumas refulgentes con un baño de oro, mientras vosotros en el aprisco descansáis. (Salmos 68, 14)

  • te cobijará bajo sus alas y tú te refugiarás bajo sus plumas; su lealtad será para ti escudo y armadura. (Salmos 91, 4)

  • construyes sobre las aguas tus moradas; haces tu carro de las nubes y caminas en las alas del viento; (Salmos 104, 3)

  • El ejército enemigo salió del campo y le hizo frente con la caballería dividida en dos alas; los hombres y los arqueros, todos valientes, avanzaban a la cabeza del ejército como fuerza de choque. Báquides iba en el ala derecha. (I Macabeos 9, 11)

  • Con estas palabras les infundió valor, los dispuso a morir por la patria y sus leyes y dividió el ejército en cuatro alas. (II Macabeos 8, 21)

  • Todos esperaban con ansia el próximo desenlace; los enemigos estaban preparados: el ejército en sitio conveniente, los elefantes en situación estratégica y la caballería en las alas; (II Macabeos 15, 20)

  • Si fijas en ella tus ojos, ya no está allí, porque ha echado alas, como el águila ha volado hacia el cielo. (Proverbios 23, 5)

  • O como ave que con su vuelo rasga la brisa, sin dejar vestigio alguno de su paso; que azota con el batir de sus alas el aire ligero y lo corta con ímpetu veloz, abriéndose camino con sus raudas alas, y tras esto ni rastro queda de su paso. (Sabiduría 5, 11)

  • Vanas y engañosas son las esperanzas del insensato; los sueños dan alas a los tontos. (Eclesiástico 34, 1)

  • Estaban de pie serafines por encima de él, cada uno con seis alas: con dos cubrían el rostro; con dos, los pies, y con las otras dos volaban. (Isaías 6, 2)

  • Mi mano ha cogido, como un nido, las riquezas de los pueblos; como se toman huevos abandonados, he atrapado toda la tierra sin que moviera nadie las alas, abriera el pico y piara. (Isaías 10, 14)

  • ¡Ay de la tierra del zumbido de alas, más allá de los ríos de Etiopía; (Isaías 18, 1)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina