Encontrados 697 resultados para: adorar en espíritu y en verdad

  • Pero el rey le dijo: "No temas. ¿Qué has visto?". Y respondió: "He visto un espíritu que sube de la tierra". (I Samuel 28, 13)

  • Sí, Señor, tú eres Dios, tus palabras son verdad, y has hecho a tu siervo esta gran promesa. (II Samuel 7, 28)

  • El espíritu del Señor ha hablado por mí, y su palabra está en mi lengua. (II Samuel 23, 2)

  • La otra mujer replicó: "No es verdad, pues mi hijo es el vivo y el tuyo es el muerto". La primera decía: "No, tu hijo es el muerto, y mi hijo el vivo". De esta suerte disputaban delante del rey. (I Reyes 3, 22)

  • y dijo al rey: "Realmente es verdad todo lo que yo había oído en mi tierra de tus obras y de tu sabiduría. (I Reyes 10, 6)

  • La mujer dijo a Elías: "Ahora sí reconozco que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor en tu boca es verdad". (I Reyes 17, 24)

  • Y va a suceder que, cuando yo me separe de ti, el espíritu del Señor te llevará a un lugar que yo no sé, y después de haber ido a dar la nueva a Ajab, él, al no encontrarte, me matará. Con todo, tu siervo teme al Señor desde su mocedad. (I Reyes 18, 12)

  • En verdad no hubo nadie que como Ajab se prestase a hacer lo que es malo a los ojos del Señor, a lo cual le incitaba su esposa Jezabel, (I Reyes 21, 25)

  • El rey le dijo: "¿Cuántas veces te voy a decir que no digas más que la verdad en nombre del Señor?". Miqueas contestó: (I Reyes 22, 16)

  • Pero se adelantó un espíritu y, de pie ante el Señor, dijo: Yo lo seduciré. El Señor le preguntó: ¿Cómo? (I Reyes 22, 21)

  • Y él respondió: Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas. Y el Señor dijo: Tú lograrás seducirlo; vete y hazlo así. (I Reyes 22, 22)

  • Sabe, pues, que el Señor ha puesto espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas, porque el Señor ha decretado tu ruina". (I Reyes 22, 23)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina