Encontrados 39 resultados para: Semayas

  • Pero el Señor dijo a Semayas, hombre de Dios: (II Crónicas 11, 2)

  • El profeta Semayas se presentó a Roboán y a los jefes de Judá, que ante el avance de Sesac se habían refugiado en Jerusalén, y les dijo: "Esto dice el Señor: Vosotros me habéis abandonado a mí, y yo a mi vez os he abandonado en manos de Sesac". (II Crónicas 12, 5)

  • Cuando el Señor vio que se habían humillado, dijo a Semayas: "Se han humillado, no los destruiré; pronto verán mi liberación; no descargaré mi ira contra Jerusalén por medio de Sesac. (II Crónicas 12, 7)

  • La historia de Roboán, desde el principio al fin, está escrita en las crónicas del profeta Semayas y del profeta Idó. Roboán y Jeroboán estuvieron continuamente en guerra. (II Crónicas 12, 15)

  • Mandó con ellos a los levitas Semayas, Natanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías, y a los sacerdotes Elisamá y Jorán. (II Crónicas 17, 8)

  • Bajo sus órdenes estaban Eden, Minyamín, Jesúa, Semayas, Amarías y Secanías, los cuales residían permanentemente en las ciudades sacerdotales para hacer la distribución entre sus hermanos divididos en clases, lo mismo a grandes que a pequeños, (II Crónicas 31, 15)

  • Los jefes de los levitas, Conanías, Semayas y su hermano Natanael, Jasabías, Yeiel y Yozabad, dieron a los levitas, para celebrar la pascua, 5.000 corderos y 500 bueyes. (II Crónicas 35, 9)

  • De los de Adonicán, los últimos, cuyos nombres son éstos: Elifélet, Yeiel y Semayas, y con ellos sesenta varones. (Esdras 8, 13)

  • Entonces llamé a los jefes Eliezer, Ariel, Semayas, Elnatán, Jarib, Natán, Zacarías y Mesulán, hombres sensatos, (Esdras 8, 16)

  • Entre los descendientes de Jarín: Maasaías, Elías, Semayas, Yejiel y Ozías. (Esdras 10, 21)

  • De los de Jarín: Eliezer, Yisías, Malaquías, Semayas, Simeón, (Esdras 10, 31)

  • A continuación trabajó Sadoc, hijo de Imer, frente a su casa; a continuación Semayas, hijo de Secanías, guardián de la puerta Oriental. (Nehemías 3, 29)


“Feliz a alma que atinge o nível de perfeição que Deus deseja!” São Padre Pio de Pietrelcina