Encontrados 7146 resultados para: Señor

  • Tal fue el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados. Cuando el Señor hizo el cielo, (Génesis 2, 4)

  • no había todavía arbusto alguno del campo sobre la tierra, ni había germinado hierba alguna, porque el Señor Dios no había hecho todavía llover sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el suelo. (Génesis 2, 5)

  • El Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, le insufló en sus narices un hálito de vida y así el hombre llegó a ser un ser viviente. (Génesis 2, 7)

  • El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y en él puso al hombre que había formado. (Génesis 2, 8)

  • El Señor Dios hizo germinar del suelo toda clase de árboles agradables a la vista y apetitosos para comer, el árbol de la vida, en medio del jardín, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. (Génesis 2, 9)

  • El Señor Dios tomó al hombre y le puso en el jardín de Edén para que lo cultivase y lo guardase. (Génesis 2, 15)

  • El Señor Dios dio al hombre este mandato: "Puedes comer de todos los árboles del jardín; (Génesis 2, 16)

  • El Señor Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le daré una ayuda apropiada". (Génesis 2, 18)

  • El Señor Dios formó de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, ya que el nombre que él les diera, ése sería su nombre. (Génesis 2, 19)

  • Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un sueño profundo, y mientras dormía le quitó una de sus costillas, poniendo carne en su lugar. (Génesis 2, 21)

  • De la costilla tomada del hombre, el Señor Dios formó a la mujer y se la presentó al hombre, (Génesis 2, 22)

  • La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: "¿Es cierto que os ha dicho Dios: No comáis de ningún árbol del jardín?". (Génesis 3, 1)


“Como Jesus, preparemo-nos a duas ascensões: uma ao Calvário e outra ao Céu. A ascensão ao Calvário, se não for alegre, deve ao menos ser resignada!” São Padre Pio de Pietrelcina