Encontrados 509 resultados para: Libro de Reyes

  • Y leed este libro que os mandamos, para que se haga pública confesión en el templo del Señor, en el día de fiesta y en los días de la asamblea. (Baruc 1, 14)

  • para nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros padres. (Baruc 1, 16)

  • Por eso el Señor Dios nuestro ha cumplido la amenaza que había pronunciado contra nosotros, contra nuestros jueces que gobernaron a Israel, contra nuestros reyes y nuestros príncipes, contra las gentes de Israel y de Judá. (Baruc 2, 1)

  • No apoyamos en los méritos de nuestros padres y de nuestros reyes la misericordia que te suplicamos, oh Señor Dios nuestro. (Baruc 2, 19)

  • Pero nosotros no hicimos caso de tu invitación de servir al rey de Babilonia; y tú entonces has cumplido tus amenazas pronunciadas por medio de tus siervos los profetas; esto es, que los huesos de nuestros reyes y de nuestros padres serían sacados de sus sepulcros. (Baruc 2, 24)

  • Ella es el libro de los mandamientos de Dios, la ley que permanece eternamente. Todos los que la guardan alcanzarán la vida, mas los que la abandonan morirán. (Baruc 4, 1)

  • No siendo otra cosa que madera, dorada o plateada, fácilmente se puede deducir de aquí que no son más que mentira. Para todos, naciones y reyes, resultará claro que no son dioses, sino hechura de manos de hombres, y que en ellos no hay ninguna operación divina. (Baruc 6, 50)

  • Son incapaces de maldecir a los reyes o de bendecirlos; (Baruc 6, 65)

  • Yo miré y vi una mano tendida hacia mí con un libro enrollado. (Ezequiel 2, 9)

  • Y me dijo: "Hijo de hombre, cómelo; come este libro y vete a hablar a la casa de Israel". (Ezequiel 3, 1)

  • Yo abrí la boca, y me hizo tragar el libro. (Ezequiel 3, 2)

  • Entonces me dijo: "Hijo de hombre, aliméntate y sáciate de este libro que yo te doy". Yo lo comí, y fue en mi boca dulce como la miel. (Ezequiel 3, 3)


“Como Jesus, preparemo-nos a duas ascensões: uma ao Calvário e outra ao Céu. A ascensão ao Calvário, se não for alegre, deve ao menos ser resignada!” São Padre Pio de Pietrelcina