Encontrados 345 resultados para: Libro de 2 Samuel

  • El Señor bendijo a Ana, que concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. El joven Samuel crecía en la presencia del Señor. (I Samuel 2, 21)

  • Por su parte, el joven Samuel iba creciendo, se hacía grato al Señor y a los hombres. (I Samuel 2, 26)

  • El joven Samuel estaba al servicio del Señor con Elí. En aquel tiempo era raro oír la palabra de Dios, y las visiones no eran frecuentes. (I Samuel 3, 1)

  • La lámpara de Dios todavía no estaba apagada, y Samuel dormía en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. (I Samuel 3, 3)

  • El Señor lo llamó: "¡Samuel, Samuel!". Él respondió: "Aquí estoy". (I Samuel 3, 4)

  • Fue corriendo donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy, pues me has llamado". Elí dijo: "No te he llamado; vuelve a dormir". Y Samuel fue a acostarse. (I Samuel 3, 5)

  • Por segunda vez lo llamó el Señor: "¡Samuel!". Y Samuel se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy, pues me has llamado". Elí respondió: "No te he llamado; vuelve a acostarte, hijo mío". (I Samuel 3, 6)

  • Samuel no conocía todavía al Señor, pues la palabra del Señor todavía no se le había revelado. (I Samuel 3, 7)

  • Por tercera vez lo llamó el Señor: "¡Samuel!". Se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy, pues me has llamado". Comprendió entonces Elí que era el Señor el que lo llamaba, (I Samuel 3, 8)

  • y le dijo: "Vete a acostarte, y si te llaman, dirás: Habla, Señor, que tu siervo escucha". Y Samuel fue a acostarse. (I Samuel 3, 9)

  • El Señor se presentó y lo llamó como otras veces: "¡Samuel, Samuel!". Samuel respondió: "Habla, que tu siervo escucha". (I Samuel 3, 10)

  • Samuel siguió acostado hasta la mañana, y entonces abrió las puertas del templo del Señor. Samuel tenía miedo de contar a Elí la visión que había tenido. (I Samuel 3, 15)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina