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Allí están todos los jefes del norte y todos los sidonios, que descendieron con los muertos, a pesar del pánico que sembraban, confundidos a pesar de su prepotencia; yacen, incircuncisos, con los muertos a espada. Han cargado con su ignominia junto con los que bajan a la fosa. (Ezequiel 32, 30)
En cuanto a ti, hijo de hombre, las gentes de tu pueblo hablan de ti junto a los muros y en las puertas de las casas y se dicen los unos a los otros: Vamos a escuchar cuál es la palabra que viene de parte del Señor. (Ezequiel 33, 30)
y vendrás de tu región de los confines del norte, junto con otros pueblos numerosos, todos montados a caballo, una turba innumerable, un ejército poderoso. (Ezequiel 38, 15)
Y cuando, al recorrer el país, encuentren huesos humanos, pondrán junto a ellos una señal hasta que los entierren los sepultureros en el valle de Hamón Gog. (Ezequiel 39, 15)
Me llevó allá; había allí un personaje de aspecto semejante al bronce, que tenía en la mano una cuerda de lino y una vara de medir, y estaba de pie junto a la puerta. (Ezequiel 40, 3)
El vestíbulo tenía diez metros de longitud y seis de anchura. Se subía a él por diez gradas. Y junto a las pilastras había columnas, una a cada lado. (Ezequiel 40, 49)
El espesor del muro exterior de las salas era de dos metros y medio; quedaba un paso libre junto a las salas del templo. (Ezequiel 41, 9)
Esta visión era como la que había visto cuando vine para la destrucción de la ciudad y como la visión que tuve junto al río Quebar. Yo caí de bruces en el suelo, (Ezequiel 43, 3)
Oí una voz que me hablaba desde el templo, mientras aquel personaje permanecía en pie junto a mí. (Ezequiel 43, 6)
No pondrán su umbral junto a mi umbral, ni sus jambas junto a mis jambas, con un muro común entre ellos y yo, profanando así mi santo nombre con todas las prácticas detestables que cometieron y por las que yo los aniquilé en mi cólera. (Ezequiel 43, 8)
El príncipe entrará desde fuera por el vestíbulo de la puerta y se quedará junto a las jambas de la puerta, mientras los sacerdotes ofrecerán su holocausto y sus sacrificios de reconciliación. Se prosternará sobre el umbral de la puerta, luego saldrá y la puerta no se cerrará hasta la tarde. (Ezequiel 46, 2)
Luego me llevó al atrio exterior y me hizo pasar junto a los cuatro ángulos del atrio. En cada uno de los ángulos del atrio había un patio, (Ezequiel 46, 21)