Encontrados 9 resultados para: Jonadab

  • Jehú partió de allí y se encontró con Jonadab, hijo de Recab, que le salía al encuentro. Le saludó y le dijo: "¿Eres sincero conmigo como yo lo soy contigo?". Jonadab respondió: "Sí". Entonces Jehú dijo: "Si es así, dame la mano". Le dio la mano y le hizo subir consigo al carro, (II Reyes 10, 15)

  • Jehú y Jonadab, hijo de Recab, entraron en el templo de Baal; Jehú ordenó a los adoradores de Baal: "Registrad y mirad para que no haya aquí con vosotros ninguno de los adoradores del Señor, sino únicamente adoradores de Baal". (II Reyes 10, 23)

  • Ellos respondieron: "No bebemos vino, porque Jonadab, hijo de Recab, nuestro antepasado, nos prohibió: No bebáis jamás vino, ni vosotros ni vuestros hijos; (Jeremías 35, 6)

  • Nosotros hemos obedecido a la voz de nuestro antepasado Jonadab, hijo de Recab, en todo lo que nos ha ordenado, y así en toda nuestra vida no bebemos vino, ni nosotros, ni nuestras mujeres, (Jeremías 35, 8)

  • sino que habitamos en tiendas. Hemos obedecido todas las órdenes que nos dio nuestro antepasado Jonadab. (Jeremías 35, 10)

  • Se han observado las órdenes de Jonadab, hijo de Recab, que prohibió a sus descendientes beber vino, y ellos, fieles al mandato de su antepasado, no lo han bebido hasta el presente. En cambio, yo os he hablado a vosotros insistentemente, sin cansarme y no me habéis escuchado. (Jeremías 35, 14)

  • Los hijos de Jonadab, hijo de Recab, han sido fieles a la orden recibida de su padre; este pueblo, en cambio, no ha querido obedecerme a mí. (Jeremías 35, 16)

  • En cambio, a la comunidad de los recabitas, Jeremías les dijo: "Esto dice el Señor todopoderoso, Dios de Israel: Porque habéis obedecido la orden de vuestro padre Jonadab y, fieles a sus mandatos, habéis practicado cuanto os prescribió, (Jeremías 35, 18)

  • esto dice el Señor todopoderoso, Dios de Israel: No faltará jamás a Jonadab, hijo de Recab, un descendiente que esté en mi presencia". (Jeremías 35, 19)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina