Encontrados 1881 resultados para: Descendientes de Israel

  • para que vuestros descendientes sepan que yo hice vivir en tiendas a los israelitas cuando los saqué de Egipto: yo, el Señor, vuestro Dios". (Levítico 23, 43)

  • Si no se ha hecho el rescate dentro del año, esta casa, enclavada dentro de una ciudad amurallada, será para siempre del comprador y de sus descendientes; no perderán la propiedad ni siquiera el año del jubileo. (Levítico 25, 30)

  • Entre los mayores de veinte años registraréis tú y Aarón, por escuadras, a todos los aptos para la guerra en Israel. (Números 1, 3)

  • Éstos eran los delegados de la comunidad, los responsables de sus tribus, jefes de millar en Israel. (Números 1, 16)

  • Hecho el censo de la tribu de Rubén, primogénito de Israel, por clanes y familias, y registrados uno por uno, según sus nombres, todos los varones de veinte años para arriba, aptos para la guerra, (Números 1, 20)

  • Éste es el total registrado por Moisés, Aarón y los doce jefes de Israel, uno por cada tribu. (Números 1, 44)

  • Éstos son los descendientes de Aarón y de Moisés por el tiempo en que el Señor habló a Moisés en el monte Sinaí. (Números 3, 1)

  • ya que mío es todo primogénito. El día en que hice morir a todos los primogénitos de Egipto consagré para mí a todos los primogénitos de Israel, tanto de hombres como de animales. Son míos. Yo, el Señor". (Números 3, 13)

  • "Haz el censo de los levitas descendientes de Quehat por clanes y familias, (Números 4, 2)

  • El servicio de los descendientes de Quehat en la tienda de la reunión será cuidar de las cosas más santas. (Números 4, 4)

  • Cuando Aarón y sus hijos hayan acabado de cubrir el santuario y todo su mobiliario, en el momento de levantar el campamento vendrán los descendientes de Quehat para llevarlos, pero sin tocar las cosas sagradas, no sea que mueran. Éste es el oficio de los descendientes de Quehat en la tienda de la reunión. (Números 4, 15)

  • "Haz también el censo de los descendientes de Guersón por familias y clanes; (Números 4, 22)


O maldito “eu” o mantém apegado à Terra e o impede de voar para Jesus. São Padre Pio de Pietrelcina