Encontrados 63 resultados para: Corazones

  • Y la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4, 7)

  • Que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, en la que fuisteis llamados para formar un solo cuerpo. Y sed agradecidos. (Colosenses 3, 15)

  • Por el contrario, fue Dios el que nos eligió y nos confió su evangelio, y así es como hablamos. No tratamos de agradar a los hombres, sino a Dios, que sondea nuestros corazones. (I Tesalonicenses 2, 4)

  • Que él fortalezca vuestros corazones en una santidad sin tacha ante Dios, nuestro Padre, para cuando venga Jesús, nuestro Señor, con todos los suyos. (I Tesalonicenses 3, 13)

  • consuele vuestros corazones y los confirme en toda clase de buenas obras y buenas palabras. (II Tesalonicenses 2, 17)

  • Que el Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y la paciencia de Cristo. (II Tesalonicenses 3, 5)

  • no endurezcáis vuestros corazones, como ocurrió en la rebelión, el día de la tentación en el desierto, (Hebreos 3, 8)

  • Cuando se dice: Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como ocurrió en la rebelión, (Hebreos 3, 15)

  • de nuevo Dios fija un día, un "hoy", diciendo por David, después de tanto tiempo, lo que ya ha sido dicho: ¡Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones!... (Hebreos 4, 7)

  • Ésta es la alianza que haré con ellos después de estos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en sus corazones (Hebreos 10, 16)

  • acerquémonos con un corazón sincero, con fe perfecta, purificados los corazones de toda mancha de la que tengamos conciencia, y el cuerpo lavado con agua pura. (Hebreos 10, 22)

  • Pero si tenéis en vuestros corazones envidia amarga y espíritu de contradicción, no presumáis ni mintáis contra la verdad. (Santiago 3, 14)


“Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina