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al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; (Mateo 5, 40)
Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. (Mateo 6, 2)
En aquel momento dijo Jesús a la gente: «¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me detuvisteis. (Mateo 26, 55)
Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle, (Mateo 26, 67)
Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda. (Mateo 27, 38)
De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él. (Mateo 27, 44)
Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho también discípulo de Jesús. (Mateo 27, 57)
Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos? (Marcos 14, 48)
Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda. (Marcos 15, 27)
vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. (Marcos 15, 43)
Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. (Lucas 10, 30)
¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» (Lucas 10, 36)