Encontrados 337 resultados para: muchos
En todas las provincias, dondequiera que se publicaban la palabra y el edicto real, había entre los judíos gran duelo, ayunos y lágrimas y lamentos, y a muchos el sayal y la ceniza les sirvió de lecho. (Ester 4, 3)
y les habló de su gloria y sus riquezas, de sus muchos hijos y de cómo el rey le había encumbrado, elevándole por encima de los jefes y servidores del rey. (Ester 5, 11)
En todas las provincias y ciudades, en los lugares en que se publicaba la orden y edicto del rey, hubo entre los judíos alegría triunfal, banquetes y días de fiesta. Y muchos habitantes del país se hicieron judíos, pues el temor a los judíos se había apoderado de ellos. (Ester 8, 17)
«Puesto al frente de muchos pueblos, y siendo señor de toda la tierra, he procurado no dejarme arrastrar por el orgullo del poder, sino gobernar siempre del modo más conveniente y benigno, manteniendo tranquilas en toda ocasión las vidas de mis súbditos, ofreciendo un reino culto y en seguridad hasta sus últimas fronteras y haciendo florecer la paz, tan deseada de todos los hombres. (Ester 13, 2)
Hay muchos que, cuanto más abundantes favores reciben de sus bienhechores, tanto más se dejan arrastrar por el orgullo. (Ester 16, 2)
Sucede con frecuencia, a muchos de los que detentan la autoridad, que, por haberse dejado influenciar por sus amigos, y haber dejado en sus manos la administración de los negocios, se han hecho cómplices de sangre inocente, y se han visto arrastrados a desgracias irremediables, (Ester 16, 5)
Cuando descanses, nadie te turbará, y adularán muchos tu rostro. (Job 11, 19)
¿No está entre los ancianos el saber, en los muchos años la inteligencia? (Job 12, 12)
Aunque sean muchos sus hijos, son para la espada, y sus vástagos no tendrán pan con que saciarse. (Job 27, 14)
Me decía yo: «Hablará la edad, los muchos años enseñarán sabiduría.» (Job 32, 7)
Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?» ¡Alza sobre nosotros la luz de tu rostro! Yahveh, (Salmos 4, 7)
Aumentan mis enemigos sin razón, muchos son los que sin causa me odian, (Salmos 38, 20)