Encontrados 39 resultados para: mente abierta

  • No quedó un solo hombre en Ay (ni en Betel) que no saliera en persecución de Israel. Y dejaron la ciudad abierta por perseguir a Israel. (Josué 8, 17)

  • y también el diseño de todo lo que tenía en su mente respecto de los atrios de la Casa de Yahveh, y de todas las camaras de alrededor, para los tesoros de la Casa de Dios y los tesoros de las cosas sagradas; (I Crónicas 28, 12)

  • Entonces Samballat me envió a decir por quinta vez lo mismo por un criado suyo que traía una carta abierta (Nehemías 6, 5)

  • Los servidores le agarraron y le condujeron fuera del campamento, a la llanura; y de la llanura abierta pasaron a la región montañosa, alcanzando las fuentes que había al pie de Betulia. (Judit 6, 11)

  • Y algo más todavía guardabas en tu corazón, sé lo que aún en tu mente quedaba: (Job 10, 13)

  • Tú has cerrado su mente a la razón, por eso ninguna mano se levanta (Job 17, 4)

  • El forastero no pernoctaba a la intemperie, tenía abierta mi puerta al caminante. (Job 31, 32)

  • y exhortaba a los que le acompañaban a no temer el ataque de los gentiles, teniendo presentes en la mente los auxilios que antes les habían venido del Cielo, y a esperar también entonces la victoria que les habría de venir de parte del Todopoderoso. (II Macabeos 15, 8)

  • Ciudad abierta y sin muralla es el hombre que no domina su ánimo. (Proverbios 25, 28)

  • No sea tu mano abierta para recibir, y cerrada para dar. (Eclesiástico 4, 31)

  • En la mente del Señor fueron diferenciados, él hizo distintas estaciones y fiestas. (Eclesiástico 33, 8)

  • cuyo carcaj es como tumba abierta: todos son valientes. (Jeremías 5, 16)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina