Encontrados 1560 resultados para: mal

  • Estas cosas sucedieron en figura para nosotros para que no codiciemos lo malo como ellos lo codiciaron. (I Corintios 10, 6)

  • Y al dar estas disposiciones, no os alabo, porque vuestras reuniones son más para mal que para bien. (I Corintios 11, 17)

  • es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; (I Corintios 13, 5)

  • Hermanos, no seáis niños en juicio. Sed niños en malicia, pero hombres maduros en juicio. (I Corintios 14, 20)

  • No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.» (I Corintios 15, 33)

  • No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves, otra la de los peces. (I Corintios 15, 39)

  • Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal. (II Corintios 5, 10)

  • Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría. (II Corintios 9, 7)

  • Rogamos a Dios que no hagáis mal alguno. No para que nosotros aparezcamos probados, sino para que obréis el bien, aun cuando quedáramos nosotros reprobados. (II Corintios 13, 7)

  • Porque todos los que viven de las obras de la ley incurren en maldición. Pues dice la Escritura: Maldito todo el que no se mantenga en la práctica de todos los preceptos escritos en el libro de la Ley. (Gálatas 3, 10)

  • Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros, pues dice la Escritura: Maldito todo el que está colgado de un madero, (Gálatas 3, 13)

  • entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo en medio de las concupiscencias de nuestra carne, siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados por naturaleza, como los demás, a la Cólera... (Efesios 2, 3)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina