Encontrados 200 resultados para: llanura de Moab

  • Después se levantó Balaq, hijo de Sippor, rey de Moab, para pelear contra Israel, y mandó llamar a Balaam, hijo de Beor, para que os maldijera. (Josué 24, 9)

  • Los amorreos rechazaron hacia la montaña a los hijos de Dan sin dejarles bajar a la llanura. (Jueces 1, 34)

  • Los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh; y Yahveh fortaleció a Eglón, rey de Moab, por encima de Israel, porque hacían lo que desagradaba a Yahveh. (Jueces 3, 12)

  • Los israelitas estuvieron sometidos a Eglón, rey de Moab, dieciocho años. (Jueces 3, 14)

  • Entonces los israelitas clamaron a Yahveh y Yahveh les suscitó un libertador: Ehúd, hijo de Guerá, benjaminita, que era zurdo. Los israelitas le encargaron de llevar el tributo a Eglón, rey de Moab. (Jueces 3, 15)

  • y presentó el tributo a Eglón, rey de Moab. Eglón era un hombre muy obeso. (Jueces 3, 17)

  • y les dijo: «Seguidme, porque Yahveh ha entregado a Moab, vuestro enemigo, en vuestras manos.» Bajaron tras él, cortaron a Moab los vados del Jordán y no dejaron pasar a nadie. (Jueces 3, 28)

  • Derrotaron en aquella ocasión a los de Moab; eran unos 10.000 hombres, todos fuertes y valientes, y no escapó ni uno. (Jueces 3, 29)

  • Aquél día fue humillado Moab bajo la mano de Israel, y el país quedó tranquilo ochenta años. (Jueces 3, 30)

  • Los jefes de Isacar están con Débora, y Neftalí, con Baraq, en la llanura, lanzado tras sus huellas. En los arroyos de Rubén, magnánimas decisiones. (Jueces 5, 15)

  • Todo Madián, Amalec y los hijos de Oriente se juntaron, pasaron el Jordán, y acamparon en la llanura de Yizreel. (Jueces 6, 33)

  • Los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh. Sirvieron a los Baales y a las Astartés, a los dioses de Aram y Sidón, a los dioses de Moab, a los de los ammonitas y de los filisteos. Abandonaron a Yahveh y ya no le servían. (Jueces 10, 6)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina