Encontrados 369 resultados para: habéis

  • Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, (I Corintios 15, 1)

  • Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído. (I Corintios 15, 11)

  • como ya nos habéis comprendido en parte, que somos nosotros el motivo de vuestro orgullo, lo mismo que vosotros seréis el nuestro en el Día de nuestro Señor Jesús. (II Corintios 1, 14)

  • ahora me alegro. No por haberos entristecido, sino porque aquella tristeza os movió a arrepentimiento. Pues os entristecisteis según Dios, de manera que de nuestra parte no habéis sufrido perjuicio alguno. (II Corintios 7, 9)

  • Mirad qué ha producido entre vosotros esa tristeza según Dios: ¡qué interés y qué disculpas, qué enojo, qué temor, qué añoranza, qué celo, qué castigo! En todo habéis mostrado que erais inocentes en este asunto. (II Corintios 7, 11)

  • Os doy un consejo sobre el particular: que es lo que os conviene a vosotros, ya que desde el año pasado habéis sido los primeros no sólo en hacer la colecta, sino también en tomar la iniciativa. (II Corintios 8, 10)

  • ¡Vedme aquí hecho un loco! Vosotros me habéis obligado. Pues vosotros debíais recomendarme, porque en nada he sido inferior a esos «superapóstoles», aunque nada soy. (II Corintios 12, 11)

  • Pues ¿en qué habéis sido inferiores a las demás Iglesias, excepto en no haberos sido yo gravoso? ¡Perdonadme este agravio! (II Corintios 12, 13)

  • Como lo tenemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema! (Gálatas 1, 9)

  • ¿Habéis pasado en vano por tales experiencias? ¡Pues bien en vano sería! (Gálatas 3, 4)

  • En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: (Gálatas 3, 27)

  • Mas, ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, que él os ha conocido, ¿cómo retornáis a esos elementos sin fuerza ni valor, a los cuales queréis volver a servir de nuevo? (Gálatas 4, 9)


“Desapegue-se daquilo que não é de Deus e não leva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina