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Desde los días de nuestros padres hasta el día de hoy nos hemos hecho muy culpables: por nuestros crímenes fuimos entregados, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes, en manos de los reyes de los países, a la espada, al cautiverio, al saqueo y al oprobio, como todavía hoy sucede. (Esdras 9, 7)
Porque esclavos fuimos nosotros, pero en nuestra esclavitud nuestro Dios no nos ha abandonado; nos ha granjeado el favor de los reyes de Persia, dándonos ánimos para levantar de nuevo la Casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas y procurándonos un valladar seguro en Judá y Jerusalén. (Esdras 9, 9)
Has sido justo en todo lo que nos ha sobrevenido, pues tú fuiste fiel, y nosotros malvados: (Nehemías 9, 33)
Cuando la deportación de Asiria, yo también fui deportado y me trasladé a Nínive. Todos mis hermanos y los de mi linaje comían los manjares de los gentiles, (Tobías 1, 10)
Ignoraba yo que arriba, en el muro, hubiera gorriones; me cayó excremento caliente sobre los ojos y me salieron manchas blancas. Fui a los médicos, para que me curasen; pero cuantos más remedios me aplicaban, menos veía a causa de las manchas, hasta que me quedé completamente ciego. Cuatro años estuve sin ver. Todos mis hermanos estaban afligidos; Ajikar, por su parte, proveyó a mi sustento durante dos años, hasta que se trasladó a Elimaida. (Tobías 2, 10)
Mira, soy como tú, no soy un dios, también yo de arcilla fui plasmasdo. (Job 33, 6)
a ti fui entregado cuando salí del seno, desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios. (Salmos 22, 11)
Nun. Fui joven, ya soy viejo, nunca vi al justo abandonado, ni a su linaje mendigando el pan. (Salmos 37, 25)
«Yo no sé cómo aparecisteis en mis entrañas, ni fui yo quien os regaló el espíritu y la vida, ni tampoco organicé yo los elementos de cada uno. (II Macabeos 7, 22)
También yo fui hijo para mi padre, tierno y querido a los ojos de mi madre, (Proverbios 4, 3)
Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra. (Proverbios 8, 23)
Cuando no existían los abismos fui engendrada, cuando no había fuentes cargadas de agua. (Proverbios 8, 24)