Encontrados 902 resultados para: fuego del cielo

  • Sus ojos, llama de fuego; sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo él conoce; (Apocalipsis 19, 12)

  • Y los ejércitos del cielo, vestidos de lino blanco puro, le seguían sobre caballos blancos. (Apocalipsis 19, 14)

  • Luego vi a un Angel de pie sobre el sol que gritaba con fuerte voz a todas las aves que volaban por lo alto del cielo: «Venid, reuníos para el gran banquete de Dios, (Apocalipsis 19, 17)

  • Pero la Bestia fue capturada, y con ella el falso profeta - el que había realizado al servicio de la Bestia las señales con que seducía a los que habían aceptado la marca de la Bestia y a los que adoraban su imagen - los dos fueron arrojados vivos al lago del fuego que arde con azufre. (Apocalipsis 19, 20)

  • Luego vi a un Angel que bajaba del cielo y tenía en su mano la llave del Abismo y una gran cadena. (Apocalipsis 20, 1)

  • Subieron por toda la anchura de la tierra y cercaron el campamento de los santos y de la Ciudad amada. Pero bajó fuego del cielo y los devoró. (Apocalipsis 20, 9)

  • Y el Diablo, su seductor, fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde están también la Bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 20, 10)

  • Luego vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado sobre él. El cielo y la tierra huyeron de su presencia sin dejar rastro. (Apocalipsis 20, 11)

  • La Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego - este lago de fuego es la muerte segunda - (Apocalipsis 20, 14)

  • y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego. (Apocalipsis 20, 15)

  • Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva - porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya. (Apocalipsis 21, 1)

  • Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. (Apocalipsis 21, 2)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina