Encontrados 29 resultados para: Miqueas

  • Había en la montaña de Efraím un hombre llamado Miqueas. (Jueces 17, 1)

  • Su madre tomó doscientos siclos de plata y los entregó al fundidor. Este le hizo una imagen (y un ídolo de metal fundido) que quedó en casa de Miqueas. (Jueces 17, 4)

  • Dijo el rey de Israel a Josafat: «Queda todavía un hombre por quien podríamos consultar a Yahveh, pero yo le aborrezco, porque no me profetiza el bien, sino el mal. Es Miqueas, hijo de Yimlá.» Dijo Josafat: «No hable el rey así.» (I Reyes 22, 8)

  • Llamó el rey de Israel a un eunuco y le dijo: «Trae en seguida a Miqueas, hijo de Yimlá.» (I Reyes 22, 9)

  • El mensajero que había ido a llamar a Miqueas le habló diciendo: «Mira que los profetas a una voz predicen el bien al rey. Procura hablar como uno de ellos y anuncia el bien.» (I Reyes 22, 13)

  • Miqueas respondió: «¡Vive Yahveh!, lo que Yahveh me diga, eso anunciaré.» (I Reyes 22, 14)

  • Llegó donde el rey y el rey le dijo: «Miqueas, ¿debemos subir a Ramot de Galaad para atacarla o debo desistir?» Le respondió: «Sube, tendrás éxito, Yahveh la entregará en manos del rey.» (I Reyes 22, 15)

  • Dijo Miqueas: «Escucha la palabra de Yahveh: He visto a Yahveh sentado en un trono y todo el ejército de los cielos estaba a su lado, a derecha e izquierda. (I Reyes 22, 19)

  • Se acercó Sedecías, hijo de Kenaaná, y dio una bofetada a Miqueas en la mejilla diciendo: «¿Por qué camino se ha ido de mí el espíritu de Yahveh para hablarte a ti?» (I Reyes 22, 24)

  • Miqueas replicó: «Tú mismo lo verás el día en que vayas escondiéndote de aposento en aposento.» (I Reyes 22, 25)

  • El rey de Israel dijo: «Prende a Miqueas y llévaselo a Amón, gobernador de la ciudad, y a Joás, hijo del rey. (I Reyes 22, 26)

  • Dijo Miqueas: «Si es que vuelves victorioso, no ha hablado Yahveh por mí.» (I Reyes 22, 28)


“O temor e a confiança devem dar as mãos e proceder como irmãos. Se nos damos conta de que temos muito temor devemos recorrer à confiança. Se confiamos excessivamente devemos ter um pouco de temor”. São Padre Pio de Pietrelcina