Encontrados 132 resultados para: Esos
Estas son mis órdenes acerca de vuestro proceder con los ancianos de los judíos para la reconstrucción de esa Casa de Dios: de los fondos reales de los impuestos de Transeufratina, se les pagarán a esos hombres los gastos exactamente y sin interrupción. (Esdras 6, 8)
y decía delante de sus hermanos y de la gente principal de Samaría: «¿Qué pretenden hacer esos miserables judíos? ¿Es que quieren terminar en un día? ¿Van a dar vida a esas piedras, sacadas de montones de escombros y calcinadas?» (Nehemías 3, 34)
hasta llegar a la tienda de Holofernes. Dijeron, pues, a su intendente general: «Despierta a nuestro señor, porque esos esclavos tienen la osadía de bajar a combatir contra nosotros, para hacerse exterminar completamente.» (Judit 14, 13)
Y si todos vosotros ya lo habéis comprobado, ¿para qué esos vanos discursos al vacío? (Job 27, 12)
de esos impíos que me acosan, enemigos ensañados que me cercan. (Salmos 17, 9)
tú, Yahveh, Dios Sebaot, Dios de Israel, álzate a visitar a todos los gentiles, no te apiades de ninguno de esos traidores pérfidos. (Salmos 59, 6)
Miradlos: ésos son los impíos, y, siempre tranquilos, aumentan su riqueza. (Salmos 73, 12)
Porque ésos no duermen si no obran el mal, se les quita el sueño si no han hecho caer a alguno. (Proverbios 4, 16)
También ésos por el vino desatinan y por el licor divagan: sacerdotes y profetas desatinan por el licor, se ahogan en vino, divagan por causa del licor, desatinan en sus visiones, titubean en sus decisiones. (Isaías 28, 7)
Entonces el profeta Isaías fue donde el rey Ezequías y le dijo: «¿Qué han dicho esos hombres y de dónde han venido a ti?» Respondió Ezequías: «Han venido de un país lejano, de Babilonia.» (Isaías 39, 3)
Mira: Estos vienen de lejos, esos otros del norte y del oeste, y aquéllos de la tierra de Sinim. (Isaías 49, 12)
Voy a acudir a los grandes y a hablar con ellos, porque ésos conocen el camino de Yahveh, el derecho de su Dios.» Pues bien, todos a una habían quebrado el yugo y arrancado las coyundas. (Jeremías 5, 5)