Encontrados 378 resultados para: �Tomó

  • Vivía en el desierto de Parán, y su madre tomó para él una mujer del país de Egipto. (Génesis 21, 21)

  • Abraham tomó unas ovejas y vacas, se las dio a Abimélek, e hicieron los dos un pacto. (Génesis 21, 27)

  • Levantóse, pues, Abraham de madrugada, aparejó su asno y tomó consigo a dos mozos y a su hijo Isaac. Partió la leña del holocausto y se puso en marcha hacia el lugar que le había dicho Dios. (Génesis 22, 3)

  • Tomó Abraham la leña del holocausto, la cargó sobre su hijo Isaac, tomó en su mano el fuego y el cuchillo, y se fueron los dos juntos. (Génesis 22, 6)

  • Alargó Abraham la mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. (Génesis 22, 10)

  • Levantó Abraham los ojos, miró y vio un carnero trabado en un zarzal por los cuernos. Fue Abraham, tomó el carnero, y lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo. (Génesis 22, 13)

  • Yahveh, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que me tomó de mi casa paterna y de mi patria, y que me habló y me juró, diciendo: "A tu descendencia daré esta tierra", él enviará su Angel delante de ti, y tomarás de allí mujer para mi hijo. (Génesis 24, 7)

  • Si la mujer no quisiere seguirte, no responderás de este juramento que te tomo. En todo caso, no lleves allá a mi hijo.» (Génesis 24, 8)

  • Tomó el siervo diez camellos de los de su señor y de las cosas mejores de su señor y se puso en marcha hacia Aram Naharáyim, hacia la ciudad de Najor. (Génesis 24, 10)

  • En cuanto los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un anillo de oro de medio siclo de peso, que colocó en la nariz de la joven, y un par de brazaletes de diez siclos de oro en sus brazos, (Génesis 24, 22)

  • Levantóse Rebeca con sus doncellas y, montadas en los camellos, siguieron al hombre. El siervo tomó a Rebecaa y se fue. (Génesis 24, 61)

  • y dijo al siervo: «¿Quién es aquel hombre que camina por el campo a nuestro encuentro?» Dijo el siervo: «Es mi señor.» Entonces ella tomó el velo y se cubrió. (Génesis 24, 65)


“O grau sublime da humildade é não só reconhecer a abnegação, mas amá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina