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a fin de que sean condenados todos los que se negaron a creer en la verdad y se complacieron en el mal. (II Tesalonicenses 2, 12)
Él los llamó, por medio de nuestro Evangelio, para que posean la gloria de nuestro Señor Jesucristo. (II Tesalonicenses 2, 14)
Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y conserven fielmente las tradiciones que aprendieron de nosotros, sea oralmente o por carta. (II Tesalonicenses 2, 15)
Finalmente, hermanos, rueguen por nosotros, para que la Palabra del Señor se propague rápidamente y sea glorificada como lo es entre ustedes. (II Tesalonicenses 3, 1)
Es muy cierta esta afirmación: «El que aspira a presidir la comunidad, desea ejercer una noble función». (I Timoteo 3, 1)
Que no sea afecto a la bebida ni pendenciero, sino indulgente, enemigo de las querellas y desinteresado. (I Timoteo 3, 3)
Que las mujeres sean igualmente dignas, discretas para hablar de los demás, sobrias y fieles en todo. (I Timoteo 3, 11)
Incúlcales esto para que sean irreprochables: (I Timoteo 5, 7)
Además, si no tienen nada que hacer, acaban yendo de casa en casa y se dedican a charlar y a curiosear, ocupándose en lo que no les importa. (I Timoteo 5, 13)
Que los esclavos consideren a sus dueños dignos de todo respeto, para que el nombre de Dios y su doctrina no sean objeto de blasfemia. (I Timoteo 6, 1)
Los que desean ser ricos se exponen a la tentación, caen en la trampa de innumerables ambiciones, y cometen desatinos funestos que los precipitan a la ruina y a la perdición. (I Timoteo 6, 9)
el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. ¡A él sea el honor y el poder para siempre! Amén. (I Timoteo 6, 16)
