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Si una persona ofrece un sacrificio de comunión y su ofrenda pertenece al ganado mayor -sea macho o hembra- deberá presentar delante del Señor un animal sin defecto. (Levítico 3, 1)
los dos riñones y la grasa que está sobre ellos -o sea, en los lomos- y la protuberancia del hígado, que extraerá junto con los riñones. (Levítico 3, 4)
Si su ofrenda para el sacrificio de comunión pertenece al ganado menor -sea macho o hembra- deberá ofrecer al Señor un animal sin defecto. (Levítico 3, 6)
los dos riñones, y la grasa que está sobre ellos -o sea, en los lomos- y la protuberancia del hígado, que extraerá junto con los riñones. (Levítico 3, 10)
los dos riñones y la grasa que está sobre ellos -o sea, en los lomos- y la protuberancia del hígado, que extraerá junto con los riñones. (Levítico 3, 15)
los dos riñones y la grasa que está sobre ellos -o sea, en los lomos- y la protuberancia del hígado, que deberá extraer junto con los riñones. (Levítico 4, 9)
o bien, toca alguna cosa impura -ya sea el cadáver de una bestia salvaje impura, de un animal doméstico impuro, o de un reptil impuro- volviéndose, sin darse cuenta, impuro y culpable; (Levítico 5, 2)
o bien, sin darse cuenta, toca a una persona impura -cualquiera sea el motivo de su estado de impureza- y al tener conocimiento de ello, se vuelve culpable; (Levítico 5, 3)
De esta manera, el sacerdote practicará el rito de expiación delante del Señor en favor de esa persona, y así será perdonada, cualquiera sea la falta de la que se haya hecho culpable. (Levítico 5, 26)
Aarón y sus hijos comerán el resto. Lo comerán sin levadura, en el recinto sagrado, o sea, en el atrio de la Carpa del Encuentro. (Levítico 6, 9)
Así deberá prepararla también el sacerdote que sea consagrado por la unción entre los hijos de Aarón, para ser su sucesor: este es un decreto del Señor, válido para siempre. La oblación deberá arder enteramente, (Levítico 6, 15)
El sacerdote que la ofrezca como sacrificio por el pecado, comerá de ella. Tendrá que ser comida en el recinto sagrado, o sea, en el atrio de la Carpa del Encuentro. (Levítico 6, 19)